Tres problemas deterioran el patrimonio en la iglesia de San Francisco

La pileta central del convento de San Francisco está deteriorada. Foto: Alfredo Lagla/ EL COMERCIO

La pileta central del convento de San Francisco está deteriorada. Foto: Alfredo Lagla/ EL COMERCIO

El paso del tiempo, las condiciones atmosféricas y el descuido de los fieles son los tres grandes problemas que aquejan a la iglesia de San Francisco. El complejo franciscano es un bien patrimonial, ícono de la riqueza artística y cultural de Quito.

Los esfuerzos del Instituto de Patrimonio, que ha invertido USD 2 millones para restaurar la fachada de la iglesia, el cambio del piso y la conservación del artesonado, no han logrado solucionar los problemas que ocasionan el paso del tiempo y el uso del gran complejo religioso del Centro Histórico.

Por ello, la Unesco y la Cooperación Italiana realizaron un proyecto que busca recolectar un fondo para la conservación sostenible de San Francisco. El plan fue abordado desde el 2013. Próximamente se dará a conocer al público los lugares en donde pueden hacer sus donaciones, para combatir el daño de este bien patrimonial.

1. El tiempo

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Las esquinas de la pileta lucen resquebrajadas por el deterioro de la piedra. Lo mismo ocurre en las bases de algunas columnas del atrio, que tienen fisuras.

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El pan de oro está opaco por el paso del tiempo. En algunos espacios se aprecia la diferencia entre el brillo y la oscuridad de la estructura.

2. Condiciones ambientales

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La madera de las esculturas de la Escuela Quiteña luce dañada por la humedad que hace que la pintura se desprenda. Otra gran amenaza es la polilla, que causa un grave daño a las piezas religiosas de madera.

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La humedad resquebraja las paredes del interior de la iglesia, así como de una cúpula al crear hongos que afectan los componentes de la estructura. Parte del tumbado de la cervecería cedió y dejó al descubierto las vigas que sostienen el techo.

3. Irrespeto de la ciudadanía

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Los creyentes escriben sobre los muros con pintura, esfero o corrector para manifestar agradecimiento por los favores recibidos. También hay casos de otros, que visitan la iglesia y toman parte de la pintura que recubre las paredes del templo como recuerdo.

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