Los malos ratos que pasan los usuarios al viajar en un taxi

En Santo Domingo (foto arriba), los taxis no usan el taxímetro. En Cuenca (abajo), no se respeta la tarifa oficial. EL COMERCIO

En Santo Domingo (foto arriba), los taxis no usan el taxímetro. En Cuenca (abajo), no se respeta la tarifa oficial. EL COMERCIO

La queja de los usuarios contra los taxistas es la misma en Guayaquil, Cuenca, Manta, Santo Domingo, Riobamba y Ambato.

Los pasajeros de esas ciudades opinan que los taxistas son maleducados, tienen una mala imagen personal, se niegan a llevarlos a cualquier lado, no respetan las tarifas establecidos o cobran exageradamente.

"Allá no voy" es la respuesta que Cristina Macías dice "detestar" de los taxistas de Guayaquil a la hora de salir de su trabajo en un banco. "Cuando el tráfico está muy pesado o cuando llueve muchas veces no aceptan una carrera".

Ella, al igual que Honorio Ramírez, reconoce que el "regateo" es la mejor forma de moverse en el Puerto Principal. "El taxímetro es un aparato que sirve de adorno. Por gusto hacen gastar a los taxistas, porque el guayaquileño prefiere negociar el valor", dice Ramírez.

En Santo Domingo de los Tsáchilas, los usuarios se quejan del cobro excesivo, la falta de ayuda para subir las compras o un trato descortés .

Fanny Saraguro cree que ya no existen las "carreras mínimas", pues antes pagaba USD 1. Ahora la media es USD 2. Para Henry Lozano, otro usuario, desagrada que no estén uniformados. Como todos los profesionales deberían brindar una buena imagen. "Están en pantaloneta, ropa sucia o gorra".

En Manta, la estudiante Melani Cedeño dice que muy pocos saludan y su imagen personal es reprochable. "En esta época de calor, el sudor de los señores es perceptible".

En la capital azuaya, Cuenca, el principal problema es el costo de la carrera, porque las unidades no tienen taxímetros. La tarifa mínima (hasta 2,5 km en el día) fue fijada en USD 1,14 mediante ordenanza. En la noche es de USD 1,36. En la práctica nadie la cumple porque los taxistas la redondean en USD 1,50 y 2, dice María Criollo, de 49 años.

En Ambato, la falta de papel para imprimir la factura, el caótico tránsito y el viaje a las zonas rurales son las excusas para no activar el taxímetro. "Los taxistas prefieren hacer bajar al usuario antes de brindarle el servicio", dice Juan Pilamunga, usurario ambateño.

Cuenta que por varias ocasiones se enfrentó verbalmente con los taxistas. En Riobamba, el regateo por el precio de la carrera ocurre todos los días. Este es el motivo que genera más inconformidad entre los usuarios.

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