El Primer Mandatario visitó ayer, 13 de julio del 2020, la planta de la empacadora de camarón Santa Priscila. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
Para que un camarón sea exportado debe pasar por estrictos procedimientos que incluyen controles de calidad y de bioseguridad, desde las piscinas hasta las plantas y contenedores de exportación.
Una de las herramientas que usa el sector es el Plan Nacional de Control (PNC), que se aplica desde el 2006.
La norma, cuya verificación está a cargo de la Subsecretaría de Calidad e Inocuidad, se basa en los lineamientos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Entre los puntos claves de la reglamentación están sistemas de análisis de peligros, trazabilidad, Buenas Prácticas de Manufactura (BPM), control de proveedores y procedimientos estandarizados de higiene y sanitización.
El presidente Lenín Moreno, acompañado de autoridades del sector público y privado, verificó ayer, 13 de julio del 2020, la aplicación de estas medidas de bioseguridad en la empresa Santa Priscila.
La firma es una de las tres exportadoras del crustáceo cuyos envíos fueron suspendidos de forma temporal.
China ha argumentado que tomó la decisión tras la detección de rastros de material genético de covid-19 en las puertas de un contenedor y la superficie de cinco cajas.
El Jefe de Estado dijo que el sector cumple con altos estándares e insistió en que la FAO confirmó que el covid-19 no se transmite por los alimentos.
El Mandatario informó que la carta enviada a su homólogo chino, Xi Jinping, fue recibida y, este momento, hay el compromiso de ese Gobierno de revisar las decisiones tomadas.
De enero a abril se exportaron 485,2 millones de libras, un incremento del 13% frente al mismo período del 2019, según los datos de la Cámara Nacional de Acuacultura (CNA).
José Antonio Camposano, titular de ese gremio, destacó que Ecuador ha sido reconocido por ser uno de los más grandes exportadores de camarón, con la más alta calidad.
Yahira Piedrahíta, exdirectora del Instituto Nacional de Pesca, explicó que las camaroneras incluyen procesos que tienen que ver con la salud y la seguridad del personal.
Por ejemplo, dijo que todo el personal de las plantas pasa por chequeos médicos periódicos. Los empleados usan ropa especial dentro de las plantas e insumos como mascarillas, guantes y cofias.
En las firmas se realizan muestreos de producto y de las superficies de contacto.
En el contexto de la pandemia, estos procesos se fortalecieron y se adicionaron medidas como tomas de temperatura, túneles de fumigación y muestreos aleatorios para detectar covid-19 en la nómina.
Piedrahíta explicó que, en la parte operativa, un punto que se vigila de cerca es el control a la cadena de frío, el cual garantiza la calidad del insumo. La temperatura debe ser la adecuada para evitar la proliferación de bacterias y la descomposición del camarón.
La cadena de frío se inicia desde que el crustáceo es sacado de las piscinas y colocado en agua helada mientras está vivo. El frío asegura que el proceso de descomposición se retrase porque la temperatura se mantiene a cuatro grados mientras se clasifica y empaca.
Luego, el crustáceo pasa a un túnel de congelación para mantenerse a -20 grados hasta que llega al consumidor.
Priscila Salem, gerenta de Calidad de Santa Priscila, resaltó que la firma ha cumplido todos los protocolos sanitarios desde antes de la pandemia y que, luego, se reforzaron.
Para Juan Jurado, gerente de un patio de contenedores en Guayaquil, la sanción de China debería ser revisada, ya que Ecuador vigila cada paso de la cadena de exportación. Explicó que los contenedores son lavados con agua a presión y detergente sin olor de siete a 10 minutos antes de ser entregados a las empacadoras.
Los operarios realizan el trabajo desde afuera, por lo que el contacto es mínimo, dijo.