El potencial de las clases radiofónicas se analiza; contenido pedagógico llega a 1 635 radios y televisoras

Betty Pomboza, de Irfeyal, coordinó la grabación de 383 clases de siete minutos. Foto: archivo particular

Betty Pomboza, de Irfeyal, coordinó la grabación de 383 clases de siete minutos. Foto: archivo particular

Betty Pomboza, de Irfeyal, coordinó la grabación de 383 clases de siete minutos. Foto: archivo particular

A quienes llegan atrasados a ‘Pasaporte Educativo, comunicando con onda’ les invitan a subir el volumen al sintonizar su radio Iluman en 96.7 FM, desde Otavalo. Y les dicen en español y kichwa que en esa media hora les hablarán sobre algún tema que se desarrolla a lo largo de la semana: interculturalidad, arte, entre otros.

El programa surgió en el marco de la pandemia y se coordina con Unicef. “No son clases, no se sigue una malla curricular, es un acompañamiento para niños, adolescentes y padres”, cuenta Jorge Guachamín, secretario ejecutivo de la Coordinadora de Medios Comunitarios Populares y Educativos del Ecuador (Corape). Lo pasan 25 radios a escala nacional, a diario.

El covid-19 evidenció las brechas de conectividad, según ha reconocido el Ministerio de Educación, que citando al INEC señala que 45,5% de familias del país tiene acceso a Internet fijo desde sus casas. En la ruralidad, solo el 21,6%.

Frente a ello, según la Cartera su contenido pedagógico llega a 1 635 radios y televisoras. En radio, en cadena nacional sin cortes, de lunes a domingo, hay espacios de 20 minutos de 06:00 a 09:00, de 12:00 a 15:00 y de 18:00 a 21:00.

En Ecuador, la radio como canal educativo tiene historia. En 1962, de la mano de monseñor Leonidas Proaño surgió la Fundación ERPE o Escuelas Radiofónicas Populares del Ecuador. La 91. 7 FM está en Chimborazo, en el cantón Riobamba. Permitió la alfabetización de más de 20 000 indígenas y campesinos de 13 provincias. Además educación formal a distancia de 16 000 más.

Bélgica Chela, su secretaria ejecutiva, comenta que mantienen el nombre. Pero desde 1985 no se enfocan en objetivos pedagógicos. “No preparamos clases, no estamos relacionados con el Ministerio para llevar una malla como Irfeyal. Ofrecemos educación informal comunitaria. En la pandemia hemos comunicado a los padres cómo armar el portafolio con la tareas, por ejemplo”.
ERPE llega a Colta, Riobamba, Guano y Penipe, entre otros. Además está en redes sociales y tiene su sitio web.

Sobre ese potencial de la radio para llegar a zonas en donde estudiantes no cuentan con conectividad, Chela opina que no se deben descartar canales sino combinarlos. Hay zonas, en donde solo se cuenta con la radio. Y se podría trabajar, dice, “con un recorderis explicativo. Pero lo mejor sería combinarlo con otras tecnologías, para que los niños accedan a contenido multimedia”.

Una posición similar es la de Luis Dávila, director nacional del Instituto Radiofónico Fe y Alegría (Irfeyal), que mantiene su dial 1 090 AM en Quito.

“Definitivamente hay que meterle más fuerza a la radio. El Ministerio debe hacer un gran esfuerzo, al adaptar textos. La radio es una parte, no puede ser todo; Internet tampoco lo es. Pero la metodología que hay que generalizar es la de autoformación”.

Irfeyal empezó a funcionar en 1974 en el país, con el impulso del padre Pedro Niño, quien falleció el jueves anterior.

Su antecedente: las escuelas de Fe y Alegría, en los cincuenta. El jesuita José María Velaz vio que también los padres de familia requerían educarse. Y trajo el proyecto ECCA, de Islas Canarias. Eran clases radiofónicas de lunes a viernes y el fin de semana un refuerzo presencial. Varias emisoras reproducían las clases grabadas. Pero -apunta Dávila- Internet fue desplazando a la radio.

Por eso Irfeyal buscó alternativas. Además del texto de trabajo, con los módulos que el alumno debe seguir, con dos horas de trabajo diario, se le entregó un CD con clases.

Hasta enero de este 2020, en 15 provincias del país, Irfeyal tenía 8 200 estudiantes, que sábados o domingos acudían a 72 extensiones; 5 000 de ellos eran de la Costa y 3 200 de la Sierra. En la Costa, por la crisis provocada por el covid-19, la matrícula se redujo a la mitad.

Dávila considera que muchos de sus alumnos han tenido que elegir entre invertir en comida y vivienda. El año lectivo en Irfeyal cuesta USD 200.

Elsa Cadena, de 36 años, identifica otra dificultad entre sus alumnos: no estaban en contacto con la tecnología. Menciona el caso de Alex, de más de 40 años, que dudó en inscribirse en octavo de básica en agosto. No sabía cómo manejar Zoom. Ella lo convenció para que pida que en un cibercafé se lo instalen y lo guíen.

La profesora Elsa es resultado de Irfeyal. Se inscribió a los 13 años y era la más joven, ya que en esa época la mayoría estaba entre los 35 a 60 años. Hoy -dice- vienen de 18 a 35. Pero hay algunos casos de más adultos que buscan superarse.

Sonia Yar, de 51 años, no pudo terminar la escuela, en la niñez. Es la sexta de ocho hermanos. Tiene cinco hijas, de 35 a 12 años. Así que a los 47 se inscribió en Irfeyal. Cursa el sexto de básica y sueña con graduarse de bachiller e incluso estudiar secretariado en un instituto.

Betty Pomboza, del departamento pedagógico, cuenta que en Irfeyal, buena parte del alumnado lo conforman madres, que buscan aprender para guiar a sus hijos; guardias de seguridad, comerciantes o costureras. Ella recién coordinó la producción de 383 clases grabadas, del viejo programa El Maestro en casa, para bachillerato, que se emite en 10 radios, Católica, María, Latacunga, La Voz de Sucumbíos, entre otras. Cada audio dura unos siete minutos. Con ellos vuelve el espíritu de Irfeyal, pero además los profesores los pasan por WhatsApp.

En contexto

El jueves 12 de marzo se anunció la suspensión de las clases presenciales. Por lo que planteles particulares implementaron educación virtual. El Ministerio repartió guías impresas en zonas rurales, sin conectividad.

Suplementos digitales