Lorena y su hijo Miguel, de 6 años, disfrutaron del tiempo de cuarentena por covid-19. Juntos convivieron, vieron películas y aprendían en clases virtuales. Foto cortesía
Durante los casi tres meses que duró la cuarentena por covid-19, Lorena Cumbal, de 32 años, aprovechó el tiempo para convivir más con su hijo Miguel, de 6. Compartieron las tres comidas diarias, aprendieron juntos y disfrutaron de ese abrazo y beso cálidos, a cualquier hora del día. “Lo tuve cerca mío y le pude dar todo el cariño que no podía darle porque él está en la escuela y yo trabajando”, relata la joven madre que vive en la parroquia de Yaruquí.
Cuando las restricciones de movilidad comenzaron el martes 17 de marzo del 2020, ella no se imaginó que se extenderían por tanto tiempo. Las primeras semanas -recuerda- su hijo pasaba jugando con uno de sus amigos de casa; mientras ella y su esposo se conectaban para seguir con sus labores.
Sin embargo, eso no duró mucho tiempo. A la tercera semana del confinamiento, Miguel empezó con las clases ‘on line’ y a realizar sus tareas diarias. “Al principio se me complicó un poco porque yo también estaba en teletrabajo, y me preguntaba alguna cosa con respecto a la clase que le estaban dando y no podía responderle inmediatamente. En las mañanas, a veces no alcanzaba hacer la comida, por lo que mi esposo se encargaba de ello”.
Las actividades no terminaban en la tarde, ya que ella le ayudaba con las tareas. La situación se complicó más, ya que, le pusieron horario para clases y debía conectarse a tiempo. “Él no sabía cómo ingresar por Zoom, por lo que tuve que enseñarle”. Hoy ya lo hace solo y maneja la plataforma a la perfección.
Incluso, cuenta que ella también aprendió junto a su pequeño. “Yo le ayudo con los deberes por lo que tuve que recordar algunos ‘truquitos‘ que había aprendido para enseñarle a sumar, restar o a escribir”, dice entre risas.
Pese a esos pequeños obstáculos, Lorena reconoce que sí pudo ‘conectarse’ más a su hijo quien cursa el segundo año de básica. “Miguel es muy apegado a su papá, pero con esto que estuvimos casi tres meses en la casa se apegó un poco más a mi”.
Volver a trabajar, desde el lunes 3 de junio del 2020, día en el que Quito cambió a semáforo amarillo-, fue difícil para esta mamá y trabajadora. Ella relata que a su hijo no le gusta que ella y su esposo salieran por el riesgo que corren ante un posible contagio. Pero tuvieron que explicarle cómo se cuidan para evitar la enfermedad. “Me dio mucha pena dejarle nuevamente con la abuelita, ya que, en este tiempo me había acostumbrado”.
Una dinámica similar se vivió en la casa de Patricia Guevara, de 31. Ella tiene dos hijos: Adrián, de 6, y Emily, de 12. Para ellos, la cuarentena no ha sido un problema, ya que han compartido tiempo juntos. Durante la mañana, por ejemplo, han salido a jugar en el patio y se divierten entre todos los miembros de esta familia.
Patricia coincide con Lorena en que el teletrabajo y la educación virtual implicó una mayor organización familiar. A su hija mayor, hasta ahora, le aburren las clases virtuales, en especial, la de matemáticas, pero ella le repite que ya solo faltan unos días para que termine la jornada escolar. Lo mismo le dice a su hijo quien ha logrado conectarse más al mundo de la educación virtual. “Mis pequeños están emocionados por terminar clases. Esperan descansar durante las vacaciones, pese a que todavía no se puede viajar ni salir”.
Luego de las actividades escolares y las propias como docente, Patricia ha destinado un tiempo para compartir. Juntos ven películas, se divierten con videojuegos o también cocinan algo que les guste a todos. Así -relata- ha logrado un mayor apego con sus pequeños.
Durante la cuarentena se restablecieron los lazos familiares o rituales que no se podían cumplir por el día a día, explica Peter Sanipatín, presidente del Colegio de Psicólogos de Pichincha. “Lo importante es que se mantengan esas actividades o rituales como comer juntos en la noche y crear espacios en donde se pueda disfrutar de la armonía y de la compenetración que se logró en el confinamiento. No se debe perder”.
En el caso de los más pequeños -dice Sanipatín- se les debe explicar más profundamente las razones por las cuales los padres deben retomar sus trabajos, por lo cual los miembros de la familia deben dialogar y participar en ideas para mantener las medidas de bioseguridad antes y después de salir de casa. “Los infantes pueden incluso ayudarles a recordar, por ejemplo, que siempre deben desinfectarse con alcohol o con gel y ponerse su mascarilla”.