Andrea Cisneros tuvo que llevar a Renatha, de 1 año y medio, a su oficina, en el departamento de Marketing y Comunicación de la UDLA. Foto: EL COMERCIO.
Renatha Cevallos, de 1 año y medio, acudió a trabajar este jueves 3 de octubre por primera vez en su vida. Su madre, Andrea Cisneros, tuvo que llevarla al departamento de Marketing y Comunicación, de la Universidad de las Américas (UDLA), en donde labora, debido a que no encontró más opciones. De lunes a viernes, la nena se queda en una guardería, desde las 09:00 hasta las 18:00.
“Ayer llegó un comunicado, a través del que nos informaban que se suspendían las actividades. Me iba a ayudar mi hermana, pero vive en Calderón y esta mañana no pudo pasar hasta acá porque había manifestaciones, bloqueos en las calles. Casi la mitad de compañeros de esta unidad no pudieron venir porque las vías están cerradas”.
“Claro que nos preocupa la situación de los padres de familia que trabajan y requieren de nosotros. Ellos dejan a sus hijos antes de ir a sus labores y los recogen luego de sus actividades“, aseguró Lourdes Hernández, quien dirige la Corporación de Centros Infantiles Privados del Ecuador (Crecipe), que agrupa a 170 instituciones de educación inicial de niños de 0 a 5 años, buena parte de ellas brinda servicios hasta las 18:00 y 19:00.
Hernández contó que ayer, miércoles 2 de octubre, recibieron una notificación a través del grupo de WhatsApp, de parte de autoridades de los distritos educativos de la capital. Les indicaron que el Ministerio de Educación decidió suspender las actividades escolares en todo el país por el anuncio de paralización de los transportistas, que reclaman por una medida económica que incide en el aumento de precio de los combustibles.
“Los centros educativos y de cuidado que atienden lo hacen bajo su responsabilidad, nos ha dicho el Ministerio. Por eso aunque sabemos que somos un soporte para los padres de familia se decide no atender”, dijo Hernández.
Madres como Andrea Cisneros no tuvieron otra alternativa esta mañana. “Renatha ya camina, así que no es necesario tenerla en brazos; está paseando por la oficina, mientras yo trabajo. Traje comida para que pique y mis compañeros me están ayudando también”, dijo la comunicadora que labora en las instalaciones de la UDLA de la avenida de los Granados, en el norte de Quito.
En el centro norte de la urbe también otras madres tuvieron que llevar a sus hijas a sus lugares de trabajo. Eso hizo Diana, quien pidió mantener su nombre en reserva. “Brisel, por favor, necesito que te quedes quieta, en un solo sitio. No puedo estar pendiente de ti, estoy con los clientes”, le decía la joven a su niña de 3 años.
Diana vive en el sur y su hija acude a la Unidad Educativa Primicias de la Cultura de Quito, en la Ciudadela Ibarra. Está en inicial uno. Trabaja en un almacén de venta de productos de China, ubicado en la av. 10 de Agosto, por la zona del Consejo Provincial de Pichincha. Para que la niña no se aburra le prestó su celular, pero no fue suficiente y aunque su mamá estaba enseñándole mercadería a clientes, ella reclamaba su atención.
Encargar a los hijos con algún familiar, llamar a la niñera para que se quede con los niños en la mañana, llevar a los pequeños al trabajo o tomar un día libre fueron algunas decisiones que tomaron padres y madres tras el anuncio de suspensión de clases.
Vanesa Arcos trabaja en el Instituto Nacional de Donación y Trasplante de Órganos, Tejidos y Células (Indot) y hoy, jueves 3 de octubre del 2019, tuvo que pedir un día libre con cargo a vacación. Lo hizo porque no supo con quién dejar a Benjamín, su pequeño hijo que asiste al segundo de básica.
En las mañanas, el niño va a clases y en las tardes se queda en la guardería. Ninguna de las dos abrió por la paralización de transporte. “Ayer en la noche, las profesoras nos comentaron de la suspensión de actividades. No tenía con quién dejarle, por lo que tuve que pedir el día libre”.
Ella es de Ibarra y su familia vive allá, así que no tenía un lugar confiable para dejar a su niño, relató la joven madre de 31 años.
Vanesa, además, cuenta que intentó llevar al pequeño al trabajo pero sus obligaciones implican movilizarse de un lado a otro, por lo que le resultaba imposible hacerlo junto a su hijo. Afortunadamente -relata- su jefa comprendió la situación y le dio permiso para ausentarse de sus actividades laborales.
Andrea Sanabria y Doménica Méndez optaron por pedir ayuda a las ‘abuelitas’ para que se queden con sus pequeños, mientras ellas cumplen con sus obligaciones laborales.
Andrea, por ejemplo, contó que su mamá se hizo cargo de Rafael, de 7 años. Ella le cuida en las tardes luego de la escuela, pero hoy se quedará todo el día. El niño está feliz, ya que disfruta del tiempo con su abuela.
Mientras que Doménica relata que tuvo suerte. Su suegra llegó de viaje a su casa, por lo que se quedó con la pequeña de 3 años. “Fue un alivio”, dice la joven que trabaja en el Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN). En la tarde -cuenta- la niñera irá a cuidar a la pequeña; así como lo hace todos los días.