En las afueras de la cárcel de Guayaquil se instalaron laboratorios improvisados. Foto: Archivo/ EL COMERCIO.
Toda la operación se ejecutaba por medio de Instagram y WhatssApp. Los mensajes eran cortos. “¿Tienes covid-19 y quieres viajar? Nosotros te ayudamos con la prueba negativa”, decían. Si los interesados contestaban de inmediato le entregaban información, caso contrario el texto era borrado en segundos.
El remitente se hacía llamar Carlos y pedía hasta USD 100 por entregar un certificado falso que indicaba que la persona no tenía coronavirus. En el documento se incluía la firma de un supuesto médico y el sello de un laboratorio clínico.
Con ese certificado garantizaba viajes a Perú, Panamá, El Salvador, Guatemala o España.
En esas naciones, los viajeros deben llegar con análisis negativos. Un requisito similar se exige para entrar a Galápagos. Por eso, también ofertaban certificados para turistas que querían llegar a las islas.
Las primeras alertas se conocieron precisamente por las autoridades del archipiélago.
En octubre pasado, personal de salud empezó a cotejar los certificados de los turistas y descubrieron que al menos 17 ingresaron con análisis falsos.
Hoy, el ECU 911 tiene un registro de 190 certificados con supuestas irregularidades a escala nacional. El director de la entidad, Juan Zapata, sostiene que el incremento de estos procesos irregulares hizo que alertara al interior del Comité de Operaciones de Emergencia (COE) nacional.
Ese organismo pidió a la Fiscalía y a la Policía que investigaran a los responsables. Las dos instituciones dicen haber rastreado a los sospechosos y que han descubierto que detrás de este tipo de falsificaciones están grupos delictivos, que incluso operan de forma similar que en España.
Información de esa nación señala que las redes ofertan los certificados a través de páginas web encriptadas. Es decir, sitios que son manejados por ‘hackers’ y que solo pueden ingresar a través de códigos.
Por eso, quienes ahora arriban de Europa a Quito o Guayaquil deben dejar la prueba PCR, para investigar el origen.
En Ecuador, las pesquisas determinaron que desconocidos difundieron en todo el país, pero principalmente en Quito y Guayaquil, cadenas de mensajes en los que ofertaban los ‘servicios’ clandestinos.
Ahora se rastrea los servidores que fueron utilizados.
Tras recabar testimonios también se conoció que personas con batas blancas recorrían los barrios, se identificaban como trabajadores de laboratorios autorizados legalmente y ofertaban los test.
En Guayaquil, por ejemplo, los falsos galenos decían que estaban en una campaña. Si el resultado era positivo les daban la opción de pagar para entregarles el documento, pero con resultados negativos.
En las oficinas policiales reposan testimonios que muestran cómo los sospechosos falsificaban sellos, logos y firmas de laboratorios. Uno de estos centros es indagado, pues la cantidad de pruebas realizadas no coincide con las que reportó al Ministerio de Salud.
El Código Penal (art. 328) sanciona con cárcel de cinco a siete años a quienes adulteren y usen documentos falsos.
Tras las investigaciones se sabe que los familiares de los presos también pagaban para obtener resultados negativos.
Ese es un requisito para ingresar a las visitas íntimas.
Actualmente, la Fiscalía tiene dos procesos judiciales en contra de dos supuestos doctores que realizaban test afuera de las cárceles de Guayaquil.
Los sospechosos fueron detenidos a finales de octubre.
Los propios parientes dijeron que frente al centro carcelario les cobran USD 17 y les entregan el documento, pero que nos les hacían exámenes.
En las afueras de la Penitenciaría se instalaron laboratorios improvisados para atender a los usuarios. Estos sitios fueron intervenidos por personal de la Agencia de Vigilancia Sanitaria (Arcsa) y de la Intendencia de Policía.
Las alertas también se presentaron en temas laborales. Dueños de dos negocios de Quito denunciaron en la Fiscalía que personas que buscaban trabajo incluso llegaron con pruebas negativas de covid, pero que al analizarlas eran falsas. Uno de ellos reconoció haber conseguido el documento a través de Internet.
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