Foto: Pixabay

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Todas, todos, todes: Si lo nombras, existe ¿Qué es el lenguaje inclusivo?

La RAE no acepta el uso de lenguaje inclusivo, pero este es muy importante dentro de la lucha por el respeto a las diversidades sexuales. Foto: Pixabay

“Por más que ella diga que no existe, yo lo sigo teniendo en mi vocabulario. Los, las y les trans no se sienten identificados con ‘todos’ y ‘todas’. Hay trans que se sienten hombres; hay trans que se sienten mujeres, pero hay algunos, algunas y algunes que no se sienten ni hombres ni mujeres”, relata una niña argentina a su madre, después de que su profesora le negó el uso y la existencia de lenguaje con ‘enfoque de género’ en el aula escolar.

Video: YouTube, canal: La Resistencia Noticias

La pequeña, de unos ocho años, explica firmemente que no necesita títulos de tercer nivel o experiencia con documentos jurídicos para levantar la bandera de los derechos colectivos aun cuando su lucha se desarrolla en un salón de escuela primaria. El video, que se viralizó en el marco de la ‘ola verde’ en favor del aborto legal en Argentina, expandió su marea por todo el globo, tanto así, que hasta la Real Academia de la Lengua (RAE) descartó la incorporación de la ‘e’, como ‘supuesta marca de género’: “ es ajeno al sistema morfológico del español, además de ser innecesario, pues el masculino gramatical funciona como término inclusivo en referencia a colectivos mixtos, o en contextos genéricos o inespecíficos”. Entre el apoyo y los detractores ¿qué opinan los lingüistas ecuatorianos y cuál es su peso en las luchas sociales?

 

El lenguaje es un ente vivo...y político

Para Nua Fuentes el lenguaje no es objetivo ni neutral. Se sujeta, dice, a sesgos de género y enfoques de poder. Ella, que es una mujer transgénero lesbiana, explica que se vive una lucha constante por generar un modelo de lenguaje más inclusivo para aquellas personas que no se ven reflejadas en el regular. “Llega desde una crítica de la comunidad trans que no se ve representada en el esquema binario (femenino o masculino). Es una práctica interesante porque el lenguaje per se marca, en gran medida, la forma en que percibimos la realidad. Entonces, yo comienzo a generar descripciones ya no solo de ‘todos’, sino también de ‘todas’ y ‘todes’; es decir, se logra entender que hay más actores políticos en la sociedad que son igual de importantes y que han sido invisibilizados, oprimidos y discriminados”, afirma.

Pero no es nuevo. Las ‘erupciones’ lingüísticas, como las define Pedro Artieda, que investiga las alteraciones gramaticales en la narrativa contemporánea, enfocado en la diversidad sexual en la Universidad Andina Simón Bolívar (UASB), surgen en la luchas sociales LGBTI en contra de su patologización y la narrativa que surge hacia finales del siglo XIX. El clímax llegó en 1969, cuando el Movimiento de Liberación Lgbti se consolidó en Nueva York, reivindicando sus derechos.

Según ‘Los deseos sexualmente diversos y sus adjetivos’, estudio de Artieda, escritores de América Latina -que han abordado el tema de la diversidad sexual- desde el siglo XX, han hecho uso de una larga lista de adjetivos y términos, sobre todo, condenatorios para definir a sus personajes gais, bisexuales, lésbicos y transgénero. Saltan títulos como ‘Hombre sin mujer’ (1938), obra del escritor cubano Carlos Montenegro -considerada la primera obra latinoamericana de temática homosexual- y ‘Lugar sin límites’ de José Donoso, cuyo personaje principal era ‘La Manuela’, una mujer transgénero. Incluso existen obras nacionales como ‘Cristina, envuelto por la noche’, de Raúl Vallejo.

“Hay un lenguaje que no se adapta a su deseo e identidad sexual, por eso mismo, los autores han incorporado nuevas formas gramaticales. Eso muestra que hubo una inspección política por parte del autor”, sostiene.

La lingüista Guadalupe Uquillas, por su parte, encuentra al lenguaje inclusivo como una propuesta lingüística que crea un nuevo género en materia morfológica y sintáctica. “Si bien es cierto que términos como ‘todes’ y ‘elles’ han salido a la luz por la polémica del aborto, hay propuestas anteriores -con un enfoque de género- como la de Judith Butler en la teoría 'queer’ donde la filósofa maneja un discurso disruptivo que rompe el esquema binario e incluye a las personas transgénero, transexuales, intersexuales”. Desde su especialidad, afirma, el lenguaje inclusivo es una necesidad porque el lenguaje -valga la redundancia- es un ente vivo que se adapta a los cambios sociales.

La lucha por la visibilización

Más de una vez se han utilizado formas como ‘tod@s’ o ‘todxs’, sobre todo, a inicios del siglo XXI. ‘Todes’ es una evolución de esas palabras que se han incorporado como un ejercicio inclusivo. Otro ejemplo es que el de 18 de junio del 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) retiró a la transexualidad de la lista de enfermedades mentales.

Es un gran paso para la comunidad, dice Fuentes, pero la ‘transición’ social apenas comienza y no solo pretende marcar un cambio a nivel legislativo, social y científico; sino al lingüístico. “Por décadas, no han habido palabras para enunciar a las personas que no se sienten identificadas con lo masculino o lo femenino”. No es de extrañarse, pues -hasta el momento- la RAE solo adscribe la palabra transexual y no ‘transgénero’ o aún más lejos- ‘transfobia’.

La institución, como ente prescriptivo de la lengua castellana, ha negado la existencia de los términos. “Se debe entender que -en temas estructurales- las instituciones son patriarcales. Una de ellas, es la RAE. Por ejemplo, si revisamos otros lenguajes, encontramos que existen adjetivos masculinos y femeninos, como en el inglés. Es importante puntualizar que estas entidades que regulan y norman los procedimientos sociales tienen mecanismos, como diría Michel Foucault, de poder y saber, que van determinando verdades sobre lo que constituirá el mundo social”, afirma Sofía Argüello, socióloga y docente de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).

¿Lo que no se nombra, no existe?

Sí, existe pero con una dosis de miedo a aceptarlo, dice Uquillas. En el corazón de una estructura patriarcal -como afirma la lingüista- el desconocimiento tiene un síntoma: la burla. “Es no poder verse en el espejo y aceptar que existen propuestas igual de válidas que las mías frente a una cultura dominante aun si se trata de la evolución lingüístico. Tardará muchos años”, concluye.