Ilustración sobre consumo de alimentos procesados y sedentarismo. Foto: Captura de paantalla
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) al menos el 60% de la población no realiza la actividad física necesaria para tener un buen estado de salud. La inactividad física es el cuarto factor de riesgo de mortalidad a nivel mundial, y equivale al 6% de las muertes registradas.
Además, según datos de la Tercera Encuesta Nacional de Factores de Riesgo realizada en nuestro país, el porcentaje de la población que incumple con las recomendaciones médicas y lleva una vida sedentaria sin realizar actividad física, asciende a 54,9%. Y esta prevalencia aumenta en las mujeres y mayores de 65 años, en quienes alcanza el 67%.
Beneficios perdidos
Así, todos los beneficios conocidos de realizar actividad física como la reducción del riesgo de hipertensión, cardiopatía coronaria, accidente cerebrovascular, diabetes, cáncer de mama y de colon, depresión y caídas, no se aplican a 1 de cada 2 argentinos.
Moverse, además, mejora la salud ósea y funcional, y es un determinante clave del gasto energético, y es por lo tanto fundamental para el equilibrio calórico y el control del peso.
Los especialistas recalcan que no debe confundirse “actividad física” con “ejercicio”, ya que éste último es una variedad de actividad física planificada, estructurada, repetitiva y realizada con un objetivo relacionado con la mejora o el mantenimiento de uno o más componentes de la aptitud física.
La actividad física abarca el ejercicio, pero también otras actividades que entrañan movimiento corporal y se realizan como parte de los momentos de juego, del trabajo, de formas de transporte activas, de las tareas domésticas y de actividades recreativas. Es subir por la escalera en vez de por el ascensor, usar más la bicicleta y menos el auto para trasladarse en distancias cortas, o bien bajarse unas paradas antes del colectivo y caminar hasta el destino.
El día a día de un argentino promedio suele estar condicionado por actividades laborales y domésticas sedentarias, que no implican el desgaste de energía necesario. En el país, 6 de cada 10 adultos tiene exceso de peso y 2 de cada 10, obesidad.
Teniendo en cuenta que la OMS considera que una persona es inactiva cuando realiza menos de 90 minutos de actividades físicas por semana, Diego Castagnaro, Vicedirector de la carrera de Kinesiología y Fisiatría de Fundación Barceló aconseja algunas actividades sencillas del día a día que pueden ayudar a mejorar el estado de salud:
-Caminar o ir en bicicleta al trabajo
-Caminar 10 o 15 minutos durante la hora del almuerzo
-Usar las escaleras en lugar del ascensor y las escaleras mecánicas
-Estacionar lejos del supermercado y caminar por el estacionamiento
-Ponerse de pie cuando habla por teléfono
-En el trabajo levantarse de la silla y moverse al menos una vez por hora
Globesidad
El siglo XX trajo dos problemas al mundo, hasta entonces sin gran significado: el sedentarismo y la obesidad, llamada también ‘Globesidad’.”Este concepto se relaciona con el gran avance tecnológico, que exige cada vez menos esfuerzos en las tareas cotidianas, menos movimiento, nada de ejercicio físico, mucho auto y un acceso rápido a todos los delivery. Nos volvimos hombres y mujeres sedentarios”, explicó a Infobae la doctora Gabriela Fedriani Roger, médica Especialista en Medicina del Deporte del Centro Terapéutico Máximo Ravenna.
“Es importante observar que pequeños cambios en nuestro comportamiento, pequeñas cargas de ejercicio físico, producen un impacto beneficioso en la salud. La actividad física es el pilar fundamental para lograr el mantenimiento del peso corporal a largo plazo”, precisó la especialista, que insistió en que “así como las dietas hipocalóricas fueron y aún son indicadas para perder peso corporal, el ejercicio recomendado era antiguamente el de alta intensidad“.
En los últimos años, las evidencias científicas han traído nuevas informaciones, ya que indican que el ejercicio físico no necesita ser tan intenso, debido a que los leves y moderados tienen un impacto antropométrico igual o superior, así como una mayor adherencia a largo plazo.
La OMS considera a la inactividad física como un factor de riesgo independiente. La actividad física es una práctica aceptada y considerada, desde hace tiempo, un recurso terapéutico estimable en el tratamiento de la obesidad.