En el mirador de Guápulo, norte de Quito, parejas han decidido colgar candados emulando una costumbre de Francia. Foto: David Landeta/EL COMERCIO

En el mirador de Guápulo, norte de Quito, parejas han decidido colgar candados emulando una costumbre de Francia. Foto: David Landeta/EL COMERCIO

Quito tiene su propio lugar para los candados del amor, como París

En uno de los capítulos del libro ‘Tengo ganas de ti’, de Federico Moccia, una pareja tomaba un candado, lo colocaba en un puente junto al río Tiber y lanzaban la llave al agua para sellar su amor para la eternidad. Este podría ser el origen de una tradición que va creciendo entre parejas, la de los candados del amor.

La costumbre de colocar estos objetos metálicos en puentes se volvió muy común en ciudades como París, por ejemplo, donde la tradición fue tan recurrente que inclusive se volvió un problema para las autoridades. A más de 9 000 kilómetros de la capital francesa, en el mirador de Guápulo al norte de Quito, enamorados han decidido colocar cerrojos en una de las rejas de este punto turístico de la capital, desde el que se pueden ver los sectores de Cumbayá, Tumbaco, Tababela y la zona oriental de la Cordillera de los Andes que rodea a Quito.

Los candados tienen inscritos nombres, fechas y promesas de amor. Foto: David Landeta/EL COMERCIO


Pedro Bermeo
, de la Fundación Libera, que administra este espacio, asegura que la costumbre de colocar candados tiene más de tres años. Con él, coincide Ivonne Zurita que trabaja en el sector y ha notado como ha aumentado el número de cerrojos en los últimos años, pero considera que no es algo nuevo.

Al ingresar al mirador llama la atención el importante número de candados, cada espacio de la reja verde que sirve como protección en el mirador tiene un cerrojo. Algunos podrían servir para brindar protección a la puerta de una casa por su gran tamaño, otros son pequeños, como los que se utilizan en los casilleros o para cerrar una maleta, la mayoría se abren con una llave, pero hay otros que funcionan con claves.

Se pueden encontrar candados de todos los tamaños y colores, algunos como los que se usan en las puertas de las casas y otros más pequeños como los usados en maletas. Foto: David Landeta/EL COMERCIO

Todos los candados llevan inscripciones. Nombres, frases de amor, promesas para la eternidad todo eso se puede leer en los cerrojos y también fechas, que comprueban que es una costumbre que lleva ya un par de años. Los más antiguos, y que el óxido no ha borrado sus letras, son del 2016.

Por ahora los candados no son un problema. Pedro Bermeo afirma que no comparte esta costumbre, pero que la respeta y que los candados por ahora no han generado ningún inconveniente, pero de darse el caso buscarían la forma de solucionarlo.

Según las personas que viven cerca del sector de Guápulo, esta costumbre tiene más de dos años. Los candados tienen inscripciones desde el 2016. Foto: David Landeta/EL COMERCIO

Miles de novios han dejado candados en puntos tan emblemáticos como el puente de Brooklyn en Nueva York, la Gran Muralla de China y el Puente de las Artes en París, este último fue uno de los más emblemáticos hasta hace pocos años. En el puente, ubicado sobre el río Sena, los amantes colocaron cerca de 50 toneladas de candados hasta el 2015, cuando la alcaldía de la capital francesa decidió retirarlas porque la estructura corría el riesgo de colapsar. De hecho, en el Puente de la Artes se han colocado barandillas de cristal para que no se puedan poner candados.