George Clooney ayudó a recaudar USD 15 millones para la campaña de reelección de Obama en 2012. Puso su mansión y su carisma. Foto: Wikicommons/ Pete Souza, White House photographer
¿Buffy (la cazavampiros), republicana? ¿Y Rocky también? No es para asombrarse, los actores y actrices de Hollywood, como cualquier ciudadano, tienen afiliaciones políticas. Lo que no significa que no podamos dudar y preguntarnos si lo hacen por convicción o por cuestión de imagen.
Cuando se trata de un famoso involucrado en la política- de alguna u otra forma- se debe considerar este componente doble. Eso cree Palmira Chavero, profesora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y experta en marketing político. Esto porque puede ser que de verdad exista un apoyo real a determinada causa o que sea solo marketing, una fachada, otro papel que asumir, y fuera del set.
Ahora, diferenciar cuándo es por lo uno y cuándo por lo otro es lo difícil. Para saberlo sería necesario o que el famoso en cuestión sea totalmente honesto (una utopía) o contar con una máquina para leer el pensamiento (imposible). En todo caso, para Chavero sí existen celebridades que tienen una verdadera afinidad política, sobre todo cuando la expresan desde mucho antes de ser blanco de los tabloides.
Hace más de una década, cuando la guerra de Iraq era tema de conversación cotidiano la experta recuerda haber visto a Javier Bardem y Penélope Cruz en las calles de Madrid, protestando en contra del conflicto. Si bien Cruz era relativamente famosa en ese entonces Bardem- aunque con una trayectoria de más de 20 películas encima- era conocido pero no un célebre actor al punto en que lo es ahora. Este movimiento No a la Guerra lo encabezó toda la familia Bardem.
En la relación Hollywood-política interviene un tercer implicado: la prensa. Para Chavero las dinámicas mediáticas influencian decisivamente la imagen de la actriz o del actor frente a la audiencia. Continuando con el caso de Bardem, Carlos, el hermano mayor del protagonista de ‘Biutiful’ afirmó, en declaraciones para Vanity Fair España, que la figura de su hermano es tan controvertida a nivel político porque algunos periodistas- y también autoridades- lo usan para desviar la atención de sus asuntos poco transparentes.
Javier y Pilar Bardem, con Toxo, en una protesta prosaharaui en 2010. Foto: EFE
La interferencia- o activismo como lo llaman los medios- de Bardem en cuestiones políticas es obvia, porque lo hace continuamente. Tanto Javier como su hermano, han demostrado una fuerte oposición pública a los gobiernos conservadores que ha tenido España. Gracias a esto mantiene el interés de los medios, pero también colecciona feroces críticas y agravios.
La prensa de Marruecos lo tachó de “stripper fracasado y actor acomplejado” por “defender la independencia de la excolonia española de la dominación marroquí”, como consta en un artículo de El Espectador. John Voight, el papá de Angelina Jolie, lo llamó ignorante, a él y al grupo de actores que calificaron como genocida la ofensiva israelí en Gaza.
Los medios hacen lo suyo, pero también hay un implicado más, el dinero. Aquí viene la contraparte, porque cuando no hay una preferencia política que nace de los principios de la celebridad, el que sea republicano o esté entre los artistas que apoyan a Obama es puro marketing.
El año pasado cuando se desencadenaron las ofensivas en Gaza, un centenar de personajes del mundo del cine y de la cultura española, firmaron una carta condenando los ataques, entre ellos los ya mencionados Bardem y Cruz. La actriz se retractó, o como ella lo expresa, matizó su pensar, enviado un comunicado a USA Today. Muchos otros la secundaron, sin embargo Bardem se mantuvo firme. No declinó.
Quienes dieron un paso atrás, lo hicieron quizás, motivados (o amedrentados) por lo que le pasó a Mel Gibson años antes. Lanzó algunos comentarios antisemitas durante un episodio de embriaguez y sigue pagando las consecuencias. Es lógico mantener la boca cerrada cuando se refiere a estos asuntos, dada la cantidad de productores judíos que inflan de millones la maquinaria de Hollywood. El dinero también interviene en las percepciones políticas.
Iván Rodrigo Mendizábal, a cargo de la Dirección de la carrera de Comunicación de la Universidad de Los Hemisferios, no cree que las celebridades se muevan por una convicción o sigan una línea política determinada. Se trata más bien de aprovechar la credibilidad de determinadas figuras a su favor, para mantenerse bajo los ‘flashes’ o para engordar su estrellato. A los artistas les conviene siempre ser visibles (que los medios hablen de ellos) para conseguir más y más papeles.
Además, por su carrera son figuras públicas explica el comunicador. Entonces a los políticos, les viene bien utilizarlos- manipularlos con o sin conciencia- para sus fines. La relación en este punto se torna simbiótica, aunque claro no hay que generalizar, habrá una que otra excepción.
Chavero formula que ser un personaje público les obliga a estar actualizados, a saber de las reformas polémicas que se pasan en el Congreso, a estar al tanto de las elecciones (si fuera el caso) y hasta elegir un lado- un partido-, a tener una opinión de tal o cual acontecimiento que da vueltas al mundo. Todo porque si se topan con algún medio, les van a preguntar y si no están al pendiente pierden puntos y también, a la larga, dinero.
En opinión de Rodrigo Mendizábal, política y espectáculo no deberían mezclarse, ni relacionarse, pero en la práctica lo hacen. A tal punto que la primera se convierte en la segunda. Eso es la base de lo que advierte Guy Debord en su famoso libro ‘La Sociedad del Espectáculo’.
“El espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relación social entre personas, mediatizada a través de las imágenes”, reza el texto de Debord. Desde esta perspectiva a una actriz o actor que incursionan en el mundo político- con o sin una afiliación creíble- funciona como una imagen poderosa.
Según la BBC, George Clooney- muy activo en el campo- ayudó a recaudar USD 15 millones para la campaña de reelección de Obama. El actor puso su mansión en Los Ángeles para la cena de gala y su carisma hizo el resto. Hasta el mismo Obama lo reconoció, “todo el mundo ama a George”, dijo en esa ocasión.
Esta relación entendida según los preceptos de Debord dicta que las celebridades que deciden expresar abiertamente su afiliación a tal o cual partido son manipulables, manipulados y también ayudan a manipular. Se están comportando como la sociedad del espectáculo les dice que deben comportarse.