La plaza de San Francisco, en el Centro de Quito, fue un mercado y un sitio de paso según los historiadores. Foto: Archivo/EL COMERCIO
Seguramente has visitado la Plaza de San Francisco y admiraste los cientos de palomas que se asientan en los techos de las casas o pasean por la pileta. Pero, quizás no te han contado que esta plaza, en principio, no se consagró en honor a San Francisco sino a San Pablo; además, no siempre se identificó como plaza, también fue un espacio para el comercio. Este es el momento perfecto para recorrer un poco la historia de este lugar icónico de Quito y no, Cantuña y su leyenda no forman parte de esta nota.
La iglesia de San Francisco “se construyó entre la tercera y cuarta décadas del siglo XVII“, así señala Susan Webster en un estudio para la Revista Ecuatoriana de Historia. Este templo es el más antiguo de América Latina, su construcción inició en 1537, finalizó en 1680 y se inauguró en 1705. El templo de San Francisco, fue en realidad consagrado a San Pablo el 28 de enero de 1535, casi dos meses después de la fundación española de Quito el 6 de diciembre del 1534. Ese día de enero, hace más de 481 años, fue inaugurado como el “templo de San Pablo de la Orden Franciscana”, según cuenta el historiador Fernando Muñoz. Es una de las grandes edificaciones de Quito por un templo, capillas y el convento que abarcan casi dos manzanas completas.
Dibujo de la construcción del templo de San Francisco, tomado de un mural del Museo de la Ciudad. Foto: Archivo/EL COMERCIO
Existen varios criterios sobre lo que había antes en lugar de la plaza. Según el historiador, catedrático de la Universidad San Francisco, Carlos Freile este es un tema de discusión entre muchos historiadores, ya que no se ha podido determinar realmente su pasado. Criterios como que el terreno era parte de un mercado de fin de semana o que se armaba una plaza de toros, inclusive que simplemente era un lugar de paso son algunos de los posibles usos de esta plaza para los expertos.
“La tradición dice que antes existían ahí (donde está el templo de San Francisco) los Palacios del Placer de Huayna Cápac, o sea una palacio real”, cabe recalcar que los Incas habían conquistado el territorio del actual Ecuador cuando Quito era una confederación de pequeñas naciones, el Imperio incaico logró su extensión gracias al enlace realizado entre Hualpoco Duchiela – de pueblo Puruhá – y la princesa Toa – del país Cara-. La invasión por parte de los Incas duro poco tiempo antes de la llegada de los españoles; el norte de Ecuador estuvo “más o menos 50 años” en sus manos, por esa razón no tuvieron el tiempo necesario como para construir “una obra arquitectónica”.
Por otro lado, el Doctor Enrique Ayala Mora señala que “en el espacio que ahora ocupa el centro histórico no había una ciudad como tal, pero sí había construcciones que correspondían a un centro ceremonial, todo eso estaba en el actual San Francisco”. Sin embargo, Carlos Freile piensa que: “Cuando llegaron los españoles se ubicó un mercado que solo abría los fines de semana en la plaza”. Quito era un punto céntrico que funcionaba como un centro de intercambio, es decir –aunque no hay pruebas contundentes- se lo denominaba la ‘maru cancha’, es decir, un espacio abierto para el mercadeo. Posteriormente, al ser un punto importante para el intercambio, se asentó la primera orden religiosa española, la de San Francisco. Así mismo, comenta que “se armaba una pequeña plaza de toros” improvisada.
Imagen de las ventas en la Plaza de San Francisco en la Época Colonial. Foto: Archivo/EL COMERCIO
No obstante, algo en lo que sin duda estuvieron de acuerdo los tres historiadores fue que “no hay pruebas arqueológicas, ni documentales que demuestren que eso existió”, comenta Muñoz, así mismo, Ayala Mora asegura que “no se sabe exactamente que había ahí”. Pero, de lo que sí estamos seguros es que el templo franciscano “como la describió Juan Rodríguez Docampo en 1650, ‘es un retrato del Paraiso'”, concluye Webster.
Fotografía de la plaza de San Francisco, con la iglesia de fondo, en la noche. Foto: Archivo/EL COMERCIO