Conor McGregor vivió un episodio violento la primera semana de abril de este 2018 y terminó en la cárcel. Esto se suma a una serie de problemas que el luchador ha tenido. Foto: AFP
Después de saborear las mieles del éxito económico y mediático -no en lo deportivo- con su pelea ante Floyd Mayweather, el luchador irlandés Conor McGregor comenzó a incursionar en una serie de desafortunados episodios con la UFC, compañía en la que luchó desde abril del 2013 hasta hoy, 6 de abril del 2018.
El oriundo de Dublin, no se sube a un octágono desde el 12 de noviembre del 2016, fecha en la que venció a Eddi Alvarez por nocaut técnico en el segundo round y se convirtió en el primer luchador con dos cinturones de dos categorías simultáneamente. Hoy no posee ninguno.
Video de la última pelea en la UFC de Conor McGregor. Video: YouTube, canal: kyokushinbul
Desde su derrota ante el boxeador norteamericano Floyd Mayweather, Conor McGregor fue protagonista de diversos escándalos vinculados a la mayor empresa de artes marciales mixtas del mundo, siendo el último el que ocurrió en el estacionamiento del Barclays Center de Brooklyn, que terminó con su detención por parte de la policía.
A un mes de aquel agosto del 2017, el mundo empezó a especular con la vuelta del luchador a la UFC en un mítico combate que llevaría a cabo junto a Nate Díaz, uno de sus rivales favoritos por lo mediático que pueden ser. Sin embargo, rápidamente se disolvieron los rumores.
En octubre del 2017, la situación familiar de Conor McGregor era primordial, y entre fiestas y bautismos, se dedicó a pasar tiempo con su esposa Dee Devlin y su hijo. De allí en adelante sólo se ganó un lugar en los medios deportivos por los escándalos que atravesó.
En noviembre, el irlandés presenció el combate de su compañero de equipo Charlie Ward, quien participa en Bellator, la empresa que compite con UFC, y al término de la pelea, se metió en la jaula y atacó al árbitro.
“Me disculpo sinceramente por mi comportamiento en la pelea del fin de semana pasado en Dublín. Dejé que mis emociones me llevaran y me comporté mal. Como un campeón del UFC (…) debo mantener estándares más altos para mi mismo”, se redimía días más tarde.
En diciembre, la estrella irlandesa volvía a ser noticia, esta vez por participar de una fiesta en la que apareció rodeado de mujeres, pese a que a principios de ese año se había convertido en padre. En cuanto a lo deportivo, continuaba escapando de cualquier tipo de vinculación con la UFC.
Comenzó un nuevo año y con él, la posibilidad de volver a verlo arriba de un ring. Con picantes mensajes, McGregor parecía elegir a su nuevo rival: “Ese daguestaní (en alusión a la región natal de Khabib Nurmagomedov) fue un perro y un mierda la otra noche(…) Páguenme mi valor y el rey volverá”.
Lo que parecía tener un final dentro del octágono se esfumó y durante los dos meses siguientes jugó con la posibilidad de la revancha frente a Floyd Mayweather, esta vez en la MMA. Entre medio, el presidente de la UFC, Dana White, optó por quitarle el cinturón tras su larga desaparición en la jaula: “El peso ligero necesita seguir su camino y los negocios también”, reconoció.
El excampeón de peso ligero cargó contra el directivo de la empresa de MMA después de enterarse que finalmente, a quien había elegido como rival, se enfrentaría ante Max Holloway por el cinturón que él había perdido por su ausencia.
Esa fue la gota que rebalsó el vaso en Conor McGregor, que decidió intervenir en el evento de prensa de pesajes de UFC 223 y montar un gran escándalo que acabó con su detención, con varios luchadores heridos, y con el repudio público.