No es usual en el cine ecuatoriano encontrarse con películas que exijan al espectador unir las piezas del relato. Y eso es precisamente lo que ofrece Alucina, un thriller sicológico que desafía las convenciones narrativas del cine ecuatoriano. La película está lista para estrenarse desde el 1 de mayo del 2025.
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La película que escribió y dirigió Javier Cutrona plantea temas profundos, como la memoria y el olvido, las voces interiores que todos tenemos, los vínculos familiares y el destino incierto, a la intemperie. Aunque parezca compleja y requiera que el espectador sea activo, su guion tiene una virtud: sabe mantener el suspenso.
En Alucina no faltan los símbolos fuertes, pero hay un argumento que se sostiene y en mucho gracias a esos efectos simbólicos pese a los saltos temporales y de escenarios.
El universo íntimo y simbólico de Alucina en el cine ecuatoriano
La historia sigue a Camila, una joven que sufre de amnesia y ha creado un mundo imaginario donde un pez gigante actúa como su guardián. En ese universo interior también habitan hormigas organizadas y una voz sabia que guía los fragmentos de su vida. Alucina invita a entrar en una dimensión donde lo real y lo fantástico se cruzan de forma inquietante y como thriller sicológico.
La protagonista -interpretada por Jessica Barahona– busca sentido a un pasado que apenas recuerda. Su viaje emocional está lleno de sueños, traumas y visiones. Y lo hace sin explicaciones, como en los mejores relatos que respetan la inteligencia del espectador.
Alucina rompe con lo previsible
Una de las imágenes más fuertes de la película: el pez protector tras Camila, en el Centro Histórico de Quito. Foto: Darko Films
El director construye una película que evita la condescendencia. Javier Cutrona, argentino radicado en Ecuador, apuesta por una mirada que explora la locura no como enfermedad, sino como otra forma de ver la realidad. Sostiene que “la locura es la manifestación de lo extraordinario, de lo divino”, y en esa línea plantea una reflexión sobre los dolores infantiles que marcan para siempre.
La película se rodó en Quito y Mompiche, con una fotografía que resalta tanto la poesía urbana como la atmósfera surrealista. En palabras del propio Cutrona, la ciudad “se convierte en un símbolo”, y la cámara de Alejo Chauvin captura ese universo íntimo con sensibilidad estética.
Edmundo, el coleccionista de vidas en el thriller sicológico de Alucina
Uno de los personajes clave es Edmundo, interpretado por Pablo Aguirre. En la historia, él funciona como un observador omnisciente, un demiurgo que colecciona hormigas y personas. Eso le da una mayor incidencia en el thriller sicológico de Alucina porque siempre pareciera que Edmundo está por hacer nada. Pero hace -y mucho.
Aguirre lo ve como un coleccionista: “colecciona gente, colecciona inquilinos, colecciona vidas, y las hormigas y la mariposa y las personas”. Y para Cutrona, desde ese rol de un dios “que nos va a contar y explicar de qué se trata esta locura. Es el hombre sabio, que sabe todo, sobre todo discernir entre la realidad y lo que va más allá de los cinco sentidos”.
“No crea el universo, pero le da sentido”, añade Aguirre.
Pablo Aguirre es uno de los actores más destacados en Ecuador. Foto: Santiago Estrella / EL COMERCIO
Reconocimiento internacional al thriller sicológico ecuatoriano
Alucina tuvo su estreno mundial en noviembre de 2024, en el Tallinn Black Nights Film Festival (Estonia), uno de los certámenes clase A de Europa. Allí recibió una mención especial del jurado en la competencia Critics’ Picks.
La crítica internacional ha sido generosa. Desde Alemania, Thomas Schultze escribió que “Cutrona abre un viaje cósmico al subconsciente”. En Perú, David Sánchez calificó a Alucina como una película que explora la identidad en un mundo fragmentado. Y en Argentina, Franco Alves destacó que “propone una experiencia sensorial y emocional que desafía las narrativas tradicionales”.
Una apuesta audaz
Esta ópera prima de Cutrona demuestra que el cine ecuatoriano puede explorar lenguajes complejos sin perder el pulso narrativo. Alucina no busca complacer a todos. En cambio, propone una experiencia distinta, más cercana al enigma que a la fórmula.
Javier Cutrona, su director, es argentino, pero vive en Ecuador desde hace más de una década. Su mirada sobre el país no es costumbrista, sino una lectura emocional y simbólica de lo que observa.
Quito aparece como un escenario a la vez urbano y onírico, atravesado por dolores profundos, por calles grafiteadas, por playas silenciosas. Desde su lugar de migrante, Cutrona reconstruye lo ecuatoriano como un paisaje psíquico donde los personajes cargan con memorias heredadas y vínculos rotos. Su cámara no documenta: interpreta.
La actuación y las locaciones de Alucina
Dos aspectos de la película son muy importantes. Las actuaciones no caen en la teatralidad, son más apropiadas para el cine. Además de Aguirre, destaca mucho Jessica Barahona, quien interpreta a Camila. Junto con José, muy bien interpretado por Lucas Ortiz, el cantante de la banda Flix, y Alejandro Bernal, como Alan, despliegan las tensiones inevitables del desconcierto.
El rol de la madre de Camila, con la actuación de Paula Fulton, también tuvo esos rasgos de profundidad y de cuidado maternal que, con el tiempo, se volvió en ese pez protector, pero insuficiente en el presente.
Jessica Barahona y Lucas Ortiz, protagonistas de Alucina. Foto: Darko Films
Las locaciones dan más poder a la fotografía de Alucina. Ubicado mayormente en el Centro Histórico de Quito, con unas escapadas hacia el sur y hacia la playa, el tratamiento de la ciudad lo deja en el anonimato, sitios irreconocibles de esta ciudad.