El cuadro de Hernando de la Cruz mide 4,50 metros de ancho y 2,50 de largo. Representa los castigos a los que son sometidos los pecadores.
El arte y la religión siempre han tenido un vínculo muy cercano a lo largo de la historia. En muchas culturas el arte ha fungido como una herramienta promotora de la fe y Quito no ha sido la excepción. En el siglo XVII las imágenes religiosas que llegaron hasta el país fueron utilizadas para evangelizar a la gente.
La docente de la Universidad San Francisco de Quito, Carmen Fernández Salvador, señala que las imágenes de arte les sirvieron a los religiosos como herramientas nemotécnicas. “Estas imágenes podían ser utilizadas dentro de las iglesias como apoyo a la recitación de los sermones.
¿Quién de niño no se aterró cuando de la mano de la abuela o la madre fue introducido a la iglesia de la Compañía de Jesús, ubicada en la calle García Moreno, en el Centro Histórico? Sin duda, detenerse frente al cuadro del Infierno se convertía en una experiencia espantosa de la que un niño se curaba solo con un buen ponche en algunas de las cafeterías del sector.
El cuadro del ‘Juicio Final’ también es obra de Hernando de la Cruz. Muestra cómo Jesús separó a los hombres buenos de los pecadores.
Si una persona entra a la Compañía de Jesús y gira en dirección contraria al cuadro del Infierno se encontrará con el cuadro del Paraíso, los dos pintados por el jesuita Hernando de la Cruz. Esta pieza de arte, en cambio, proyecta serenidad. Un paisaje lleno de ángeles y querubines que a los visitantes inspira un mundo idílico lleno de paz. ¡Allá te vas a ir se portas bien!, decían las abuelas antes de avanzar a la misa en honor a la virgen de La Dolorosa.
La iglesia de la Compañía no es la única que guarda bajo sus paredes grandes obras de arte que fueron utilizadas como imágenes evangelizadoras. En total, en el Centro Histórico existen 130 edificaciones monumentales. Un mundo que guarda gran diversidad de arte pictórico y escultórico religioso. Por eso Quito, durante siglos, fue conocida como el claustro de América.
Salvador cuenta que los mismos predicadores utilizaban las imágenes para recordar su sermón. “Eso permitía -dice – que los fieles entendieran con más claridad el sermón o recordaran con mayor facilidad el mensaje del sacerdote”. Se dice, entre los corillos religiosos, que las visitas a la Compañía de Jesús han logrado varias conversiones a lo largo de la historia.