Tegucigalpa, Washington, Nueva York. AFP y ANSA
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Honduras vive un clima de alta tensión agudizado por el toque de queda impuesto por el presidente de facto Roberto Micheletti, y la incertidumbre de qué sucederá en el país tras el retorno de Manuel Zelaya.
En las calles de la capital Tegucigalpa muchas personas violaron ayer el toque de queda para acudir a tiendas de abasto y mercados y así comprar alimentos en caso de que se prolongue la crisis.
La morgue confirmó que no hubo “levantamiento” de cadáveres como resultado de la represión a los manifestantes, pero en el Hospital Escuela atendieron a 18 heridos. “Habíamos amanecido tranquilamente cuando llegaron los policías encapuchados, nos lanzaron bombas lacrimógenas y nos agarraron a garrotazos. Corrimos por una calle, pero nos cercaron por delante el Ejército y por atrás la Policía”, relató el campesino Francisco Zelaya, mientras una enfermera le suturaba tres heridas en la cabeza.
Las calles cercanas a la Embajada de Brasil, donde se halla refugiado Zelaya con unas 300 personas, están bloqueadas por militares y policías antimotines, que niegan el paso incluso a la prensa.
La Policía y el Ejército tomaron control de la zona tras desalojar al amanecer de ayer a unos 4 000 seguidores de Zelaya. Unos 150 zelayistas fueron apresados.
“Si quieren que se ingrese comida y agua es algo que hay que coordinar”, dijo el oficial de la Policía Daniel Molina. Este descartó un asalto militar a la legación brasileña para sacar a Zelaya. “Tenemos que respetar las normas del derecho internacional”, añadió. Una orden en esa línea fue emitida por el régimen de Micheletti, que aseguró respetará la inmunidad de la Embajada de Brasil.
En el interior de la legación brasileña también impera la incertidumbre. El corte de las líneas telefónicas y la posible escasez de alimentos son las principales preocupaciones en la Embajada. Según informó ayer a la televisión brasileña el encargado de negocios de la representación diplomática, Francisco Catunda Rezende, se restablecieron los servicios de energía eléctrica y suministro de agua, que el lunes habían sido interrumpidos.
“La Embajada está virtualmente cerrada. En cuanto a la alimentación, la situación será más difícil. Ayer todavía pudimos comprar unas pizzas que fueron entregadas a una vecina de la calle de atrás y que solidariamente nos las entregó a través de un muro”.
Desde Nueva York, donde participa en la Asamblea General de la ONU, el presidente de Brasil, Lula da Silva, pidió “calma” a Zelaya. Y el canciller de Brasil, Celso Amorim, consideró “extremadamente grave” el corte de los servicios de agua, luz y teléfonos en la Embajada brasileña en Tegucigalpa. “Estamos lidiando con un Gobierno peculiar, pues ese Gobierno no es reconocido por la comunidad internacional”.
Por su lado, el Departamento de Estado de EE.UU. llamó a las dos partes a buscar un acuerdo.
En tanto, el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, postergó su viaje a Honduras, en vista de que todos los aeropuertos de ese país fueron cerrados.