Juan Diego Valdivieso
Es vergonzoso cómo el presidente Rafael Correa, una vez más con sus característicos impulsos, hizo que se desvanezca la iniciativa Yasuní-ITT.
Me duele ver cómo el trabajo de un equipo de personas respetadas en el ámbito ambiental fueron atropelladas salvajemente por Correa.
Es el colmo que cuando el proyecto estaba marchando consiguiendo donaciones de Francia, Alemania, Gran Bretaña y España, se lo entierre por unas declaraciones impropias de un Presidente de la República, resentido como normalmente es.
El Yasuní es el último paraíso en la tierra, por eso es que Ecuador debe despertar y protestar para evitar la extracción de 846 millones de barriles de crudo pesado que equivaldrían al consumo de 12 días de petróleo a nivel mundial.
Yo me pregunto, ¿sirve de algo sacrificar a uno de los lugares más biodiversos del mundo por los intereses de un gobierno populista y demagógico y de unas cuantas empresas petroleras sedientas de dinero? Yo creo que no.
Este es un proyecto ambientalista insignia del Ecuador, pero las declaraciones de Correa no solo hacen que el país tenga una pésima imagen a nivel internacional y que el proyecto se cierre, sino que los países donantes se queden en stand by o quizá ocurra lo peor, que sería el retiro del apoyo económico.
Aspiro a que el Gobierno rectifique y no se deje manipular por intereses de las empresas petroleras privadas o peor aún, de las ansias de seguir engañando a los pocos que todavía creen en Correa con sus ofertas populistas y clientelares.
Ojalá que los ecuatorianos despierten ante este acto prepotente y visceral de Correa y no se permita la destrucción de este hermoso país Ecuador.