Redacción Siete Días
Sentado tras el escritorio de su oficina, con mucha serenidad, nos espera Rodrigo Paz para la entrevista. Ante la advertencia de que no se tratarán de los temas habituales para él como el fútbol, la política, el banco, Paz se asombra: “¿Y de qué más se puede hablar entonces, de sexo?”.
Mi nombre es Rodrigo Paz, soy una persona con ideas y que ha logrado realizar muchas de ellas y que además ha sabido aceptar la responsabilidad que sea para servir a los demás. Ese es un principio que rige mi vida y que ahora lo inculco a mis hijos.
Me encantaban antes las fiestas, las chicas, el merengue y el chachachá. Ahora soy más calmado, más tranquilo y menos ambicioso. Me tomo las cosas con mucha más calma.
Así es este hombre de 75 años, tranquilo, amable y muy despierto, lleno de buen humor y abierto para conversar sobre cualquier tema, sin tapujos. En esta ocasión reflexiona sobre la tercera edad.
¿Cómo ha vivido usted estos primeros 75 años?
Como el libro que Pablo Neruda escribió al final de su vida, yo también “confieso que he vivido”. He tenido una vida intensa, llena de cosas inesperadas que han sido muy positivas,
¿Qué le han dejado esas experiencias de vida?
He tenido grandes alegrías, pero también grandes problemas y sufrimientos. Eso hace que uno pueda sacarle provecho a la vida lo más que se ha podido. Hay tres cosas que ninguna persona puede cambiar: nacer, vivir y morir.
¿Ese temor está presente ahora en su vida?
Uno sabe que llegado a la tercera edad eso va a pasar algún rato. Sin embargo, a lo irremediable hay que tomarlo como algo optimista y gozar más bien los aspectos positivos de la tercera edad.
¿Cuáles goza usted?
Yo sigo trabajando, tengo mis ocupaciones. No podría dejar de estar ocupado laboralmente. Pero también tengo otras actividades. Mientras tenga salud, esté claro en mi forma de pensar y actuar, y tenga la fuerza seguiré con ganas de seguir.
¿La actividad le mantiene con mayor vitalidad?
Sí. La tercera edad es como un estado de ánimo. Y si este estado no es de pesimismo y además estoy consciente de que hay que vivir la vida intensa y positivamente, entonces me siento contento.
En esta edad uno se puede dedicar a disfrutar de lo que ha sembrado…
Absolutamente, yo ya no tengo que ir a tal hora a alguna parte. Puedo ir a ver mi jardín, puedo tomar mi té a la hora que quiero y con quien sea, si tengo algo que quiero hacer puedo llamar a decir que no voy. Ya no tengo que cumplir una rutina. Y eso es algo que me gusta mucho porque yo era muy disciplinado. Ahora tengo más tiempo para la siesta, que es algo que disfruto mucho.
¿Se consiente mucho en la actualidad?
Puedo comer lo que me gusta. Soy muy afecto a la comida nacional. Ahora lo hago menos, pero disfruto más. Especialmente las sobremesas. Me gusta pasar en una finca que considero un hijo más. Allí paso mucho tiempo cortando césped, arreglando los árboles y, sobre todo, leyendo. El hombre que lee nunca se aburre.
A Rodrigo Paz no le cansa conversar. Cuenta anécdotas y recuerdos, que en esta etapa de su vida se han hecho más intensos. Sobre todo los de su familia y los viajes que ha hecho con ella alrededor del mundo. Sobre la mesa que está bajo la ventana principal de su oficina están decenas de fotografías de las personas que alegran su vida diariamente.
¿La familia se goza más a esta edad?
Sobre todo los nietos, porque ya no hay la responsabilidad que uno tiene con los hijos. Y ahora la comunicación y la tolerancia resultan un gran privilegio. Mis nietos son un tesoro y disfruto mucho con mi familia, que yo digo que es igual a la familia Adams.
Esa era una familia de locos.
Sí, en nuestro caso y como dice mi nieto, esta es una familia de testarudos. Todos queremos imponer nuestra opinión, esa es la forma, pero en el fondo somos una familia muy unida.
¿Es unido a sus amigos?
Sí. Yo tengo amigos acumulados de hace años. Cada mes nos reunimos a jugar póquer, ganamos o perdemos USD 10, pero nos reímos por USD 500 000. En la amistad he sufrido pérdidas valiosas, pero los amigos que me han quedado me han hecho la vida extremadamente agradable.
¿El amor y el cariño han hecho que usted permanezca lúcido tanto en lo intelectual como en lo emocional?
Sí, muchísimo. Pero a veces los problemas que uno ve en la sociedad le duelen a uno. Pero termino por concebir que eso también es parte de la vida.
¿Todavía sigue soñando con cambiar el mundo?
El hombre que ya no sueña en algo… ¿para qué vive? ¡Ahora tengo hasta sueños pecaminosos!
¿Qué ha perdido en esta edad?
Antes yo era el director de orquesta. Ahora esas funciones han ido pasando a los hijos. Ya la opinión no es como era antes cuando los padres siempre tenían la razón, ahora la tienen los hijos.