¿Y si estalla…?
De los elementos que se disponen para el análisis se concluye que no se causarán mayores efectos si el deterioro político e institucional de Venezuela continúa. El proceso empezó hace algunos meses, durante una madrugada en Tegucigalpa, y no se ha detenido. Existen varias hipótesis que ensayan explicaciones de lo que sucede y lo que puede suceder, pero lo que es irrebatible es que el líder venezolano y su equipo carecen de estrategias geopolíticas que han pretendido compensar con la agresividad verbal y otras veces con intervenciones en la política interna de naciones vecinas. Es verdad que con el petróleo se puede mucho, pero nunca cambiar la historia de países débiles pero con una acendrada convicción soberana.
En estos años de consolidación interna, la receta fue exitosa: repetidas elecciones, Constitución a la medida, agresión a la prensa independiente, control institucional absoluto; sin embargo, no era fácil el endoso al exterior donde priman intereses diferentes y prevalece -aunque formal- un sistema democrático. Luego, las estrategias de acercamiento privilegiaron la intromisión y las promesas financieras tardaron en concretarse, provocando reacciones que contagiaron a los propios mandatarios nacionales amigos; finalmente, no compensaron el discurso antiestadounidense con un acercamiento realista con la Unión Europea y escogieron la senda del maniqueísmo de la guerra fría con desvalorizados o marginados Estados de la comunidad internacional.
Con estos hechos hay que elaborar diagnósticos priorizando los hechos conocidos o sucesos muy previsibles, antes que ser víctimas de condicionamientos ideológicos o de utopías políticas.
Chile no cambiará con Piñera, pues su aislamiento geográfico y la ‘cordial’ relación con sus vecinos está obligado a una política de Estado en su relación externa; el dilema colombiano es una prueba de fuego para Venezuela: Uribe o Santos. En Brasil, Lula será sucedido por el centro o la derecha y el Ecuador aceptará que Colombia ya pagó por la agresión de Angostura y que sus problemas pueden ser de mas fácil conducción con el vecino del norte antes que insistiendo en una estéril confrontación que puede pasar severas facturas en energía y comercio. En estas condiciones, lo que sucede en Venezuela será de exclusiva responsabilidad de los venezolanos.
El resto de países continuará con su eterna agenda de superar los problemas nacionales por la vía de estrategias domésticas y no integracionistas; el mal social de la inequidad y la pobreza acunarán nuevos caudillos y la estabilidad y el desarrollo seguirán siendo excepcionales. En los países de la refundación caudillista como Venezuela, Ecuador, Bolivia o Nicaragua, una vez relevados los mesías se descubrirá una terrible realidad: no hay alternativas ni proyectos nacionales.