Los wikileaks pueden tener consecuencias dramáticas. La filtración más importante de la historia fue el telegrama que el canciller del imperio alemán Arthur Zimmermann envió a su embajador en México, Heinrich von Eckhardt el 16 de enero de 1917. El mensaje, interceptado y descifrado por el servicio británico de inteligencia, cambió el destino del mundo.
Los alemanes intuían que, pese al pacifismo del presidente Woodrow Wilson, EE.UU. acabaría declarándoles la guerra, de manera que ordenaron al Embajador que propusiera al Gobierno mexicano una alianza: Berlín armaría a México para derrotar a los norteamericanos y, como recompensa, los mexicanos recuperarían Arizona, Texas y Nuevo México perdidos durante la guerra de 1848. El mensaje cambió la actitud del presidente Wilson con relación a la guerra.
Hasta ahora los wikileaks más comprometedores revelan la preocupación de EE.UU. por la creciente presencia de Irán en América Latina. Por lo que cuentan o se deduce de esos papeles virtuales, el señor Ahmadinejad, con Hugo Chávez y las demás naciones del “socialismo del siglo XXI”, están gestando una alianza militar que incluye la fabricación de armas nucleares. Lo que se ha descubierto, gracias a una investigación del diario alemán Die Welt, es que el destino de esas armas no es sólo actuar en el Oriente Medio, sino también amenazar a los latinoamericanos y poner en peligro los intereses de EE.UU.
En efecto: la noticia es que Venezuela e Irán crearán una base de misiles con cohetes capaces de recorrer 1 500 kilómetros, una distancia que abarca casi toda Colombia y el Canal de Panamá, clave para el comercio mundial, en especial estadounidense, que podría convertirse en un blanco-rehén ante una confrontación internacional. La información no dice nada de cargas nucleares, pero estos cohetes, con adaptaciones, pueden portarlos.
Imposible no experimentar cierto déjá vu. En 1962, Fidel Castro pensó que si los soviéticos tenían armas nucleares en Cuba quedaría a salvo de un ataque norteamericano. Por su parte, Nikita Kruschev calculó que si era capaz de amenazar a EE.UU. desde un punto cercano, podría ganar la guerra fría y vengar la estrategia de Estados Unidos de rodear la URSS con bases militares.
Chávez, discípulo de Fidel hasta en sus peores disparates, hoy repite el error, pero no acompañado de una superpotencia, sino de una teocracia de segunda categoría, gobernada por un fanático religioso enemigo de Estados Unidos y de los valores occidentales, empeñado en destruir a Israel y dominar por la fuerza o la intimidación a los demás Estados islámicos. ¿A quién se le ocurre que esa asociación puede conducir a algo que no sea una catástrofe?
¿Cómo terminará esta locura? No lo sabemos, pero es fácil presumir que los estrategas deben estar reexaminando los wikileaks a la luz de lo que acaba de contar Die Welt. Deberían hacerlo.