La izquierda ha sido, por tradición, una tendencia ideológica particularmente proclive al debate. La contraposición casi obsesiva de ideas ha derivado, con cierta frecuencia, en los extremos de la diletancia o de la mera especulación. No obstante, ha sido un hábito que ha dado enormes aportes a la discusión política y filosófica contemporánea, así como a la construcción del pensamiento moderno. Podría afirmarse, sin temor a exagerar, que una izquierda sin debate es como una casa deshabitada.
Los últimos tiempos han sido áridos en cuanto a contraposición de propuestas al interior de esta corriente. La terrible dispersión de sus organizaciones, así como la errada suposición de que a partir del actual Gobierno la praxis política implica postergar el trabajo teórico, han mermado severamente el interés por debatir. A esto ha contribuido la cooptación gubernamental de cientos de cuadros de izquierda, y el verticalismo discursivo de AP. Se supone que al interior de dicha tienda política se produce un intenso debate del cual, sin embargo, no se hallan evidencias. Más bien parece que se aplica una adaptación de la vieja fórmula de la política mexicana del PRI: el que habla no sale en la foto. Esta limitación, por tratarse de la principal agrupación de la tendencia, parece haberse extendido al resto de las organizaciones de izquierda.
Ventajosamente existen iniciativas que nadan contra corriente.
Desde hace seis años, el FES-ILDIS y la revista La Tendencia han mantenido una preocupación permanente por ofrecer y dinamizar un espacio de diálogo para lo que denominan las izquierdas ecuatorianas. Se trata de organizaciones que van desde la socialdemocracia hasta la izquierda marxista. De su seno han surgido propuestas políticas que han perfilado las aspiraciones de cambio de muchos sectores sociales, algunas inclusive sirvieron de insumo tanto para las definiciones del actual proyecto de gobierno como para elaborar de la Constitución del 2008.
La riqueza de la iniciativa radica en la amplitud de la convocatoria y en el procesamiento democrático de las discusiones. Ante la imposibilidad de lograr acuerdos en puntos críticos, la revista siempre ha optado por la inclusión de todas las posiciones en disputa.
En días pasados nos convocaron a un sugestivo conversatorio para hacer un balance político del Gobierno, cuyas conclusiones serán publicadas en el próximo número. Intelectuales y militantes de izquierda de la vieja guardia tuvimos la oportunidad de compartir mesa con funcionarios de Gobierno, miembros de AP y dirigentes sociales afines al Régimen. El ejercicio, creativo y fecundo, fue un franco contrapeso a la intolerancia política e ideológica que reina en el país.