Fabián Páez Hermosa
El 7 de septiembre se publica una delicada misiva suscrita por el señor Franklin I. Toapanta Carvajal en la cual, utilizando el florido lenguaje que caracteriza a la Revolución Ciudadana, insulta y denigra al señor César Castro Velasteguí, por el imperdonable -desde su particular punto de vista- hecho de expresar su arrepentimiento por haber votado por el Excelentísimo Señor Presidente, Economista Rafael Correa.
Entre otras perlas, emplaza al citado señor Castro a que le diga en qué trabaja, de qué vive, en qué gasta su sueldo, cuántos hijos tiene, si debe en la tienda de la esquina, etc.; clásico de los distinguidos señores miembros de Alianza País, porque se creen con el todopoderoso derecho de entrometerse en la vida y milagros de los demás.
Dice el citado señor Toapanta que no es correísta, pero es muy sospechoso que su manera de expresarse sea muy similar a la del maratónico orador de los sábados, día en el cual no queda títere con cabeza, sea anciano, mujer o niño, todo vale con tal de mantener el tan ansiado populismo entre las masas e irse adelantando a la reelección dentro de cuatro años.
No logro entender, además, la erudita manera de expresarse del señor Toapanta: dice que no es correísta pero afirma que “estamos arrepentidos y disgustados por haber recibido votos de gente sin principios que por una moneda quizá presten su nombre”.
Esa no es manera de referirse a los ciudadanos que acuden a las “multitudinarias manifestaciones voluntarias a favor de su Presidente “. Nunca está demás una ayudita material en estos tiempos de carestía.
Hace algún tiempo un honorable simpatizante del Excelentísimo Señor Presidente manifestaba lleno de religiosa devoción hacia su ídolo -digo religiosa porque tengo entendido que la revolución ciudadana ha extendido una invitación a los fundadores de la Iglesia Maradoniana para que les asesoren en este menester-:
“Saldremos a las calles a defender a nuestro Presidente y correrán ríos de sangre”. Me permito recordar con todo respeto al señor Toapanta, que los adulones también sangran.