Redacción Siete Días
En el asfalto que atraviesa la ciudad es donde el rock creció en diversidad de estilos. Por sobre las calles, en medio del tráfico y el vaivén de la cotidianidad, se grabaron las huellas de sus intérpretes; mientras que los sonidos retumban en el concreto.
Las voces sacuden, estremecen a los oyentes, les contagian de la fuerza de las melodías. En Quito, por lo menos cuatro bandas eligieron voces femeninas para darles identidad.
Con siete años de trayectoria, Quito se convirtió en la base de Can Can. En la capital componen y la mayoría de su público se lo han ganado aquí, luego se ha extendido por todo el país. Incluso uno de sus temas se llama UIO, en clara referencia a la ciudad.
Consideran que su música no se encasilla en ningún género (se los cataloga en la onda pop rock), intentan mantenerse fieles a sus ideas, innovando su sonido.
Activa y sensual, nunca indiferente, Denisse Santos, su vocalista, atrae las miradas del público mientras actúa sobre el escenario, donde lo audiovisual se ha convertido en sello de la agrupación. Hay glamour en sus presentaciones, Santos cuida de su imagen no solo por las apariencias: su prioridad es sentirse cómoda, caso contrario el público lo percibe.
Quito se muestra abierta para grupos con vocalistas femeninas y Santos dice que “a pesar de que en la movida independiente es más difícil ganar espacio, desde los inicios con Can Can, la gente y los medios de comunicación siempre se han mostrado muy amables y atentos a lo que hago”.
Por su parte, Diana Cárdenas, vocalista de Ashler, banda que experimenta entre lo alternativo y lo gótico, dice que las reacciones de los espectadores, ante una vocalista en una banda de rock, son diversas. Si a mucha gente le agrada porque lo ve bien y lo respeta, “hay otro lado, aunque es la excepción: el de los comentarios fuera de lugar. A veces hay que sortear con el ebrio en medio del público”.
Pero sobre la tarima, al miedo de los primeros segundos le sucede una trasformación; desde la garganta de Cárdenas se proyectan melodías en inglés. Entonces, dentro del estilo que interpreta, cobra forma la complementariedad con su voz femenina, “es el elemento que le da a la música otro sentido: el ‘yin’ y el ‘yang’, el hombre y la mujer”.
En otro escenario, Sofía Abedrabbo, vocalista de Bjorn Borg, considera que la esencia de la banda y de ella como personaje de la misma, tiene que ver con la sencillez de las cosas.
En su sonido, lo brutal del rock se transfiere más bien en la grandeza de los acontecimientos que experimenta uno. “Más que algo brutal… es una actitud ante la vida…”Talvez por ello, cuando actúa en vivo no siente que va a ‘romper’ con la gente, ni trata de tener actitudes premeditadas.
“Creo que me gusta mucho cantar y por eso, cuando estoy en escena, disfruto de hacerlo y la emoción que comparto con el público es natural”, concluye.
Los públicos seguidores del rock en Quito también han escuchado los sonidos guturales y las variaciones en la voz de Mariel Vidal, vocalista de Efecto Lateral. El metal, el hardcore y lo industrial son lo suyo. Hace cuatro años está en la banda, el resto de integrantes son hombres; hubo una mujer tecladista, pero se regresó a Alemania, su país natal.
Vidal dice entre risas que la diferencia de género pesa dentro de la agrupación. “Son necios, son necios, son necios., así les digo a esto ‘manes’; pero, siempre llegas a un punto de acuerdo, las decisiones se toman en conjunto”. Cuestiones del rock y de sus bandas…
Otra cosa se vive ante el público, cuando está arriba, se desconecta, se encierra en una burbuja, transmite lo suyo. “Si me fluye, ¡que carajos!, nunca sabes lo que va a suceder…”.