Un fútbol sin violencia en los estadios

Es viable ver el fútbol sin mallas, sin agresiones verbales ni físicas en los estadios. Es probable que sí, pero antes de llegar a eso hay que culturizar al hincha, enseñarle hasta cómo expresarse y cómo movilizarse dentro de un estadio.

La iniciativa ambiciosa de los ministerios del Interior y del Deporte, con la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) es un acierto, siempre y cuando se hagan los procedimientos básicos de culturizar a los aficionados en todos sus ámbitos.

Es necesario empezar con una campaña masiva que involucre a la ciudadanía, futbolistas, clubes, radio, televisión…, incluidos los periodistas. Y después trasladar la experiencia a otras ciudades para que haya concienciación en las personas que regularmente asisten a estos espectáculos públicos y también originar una expectativa en los que pretendan regresar a ver fútbol o a los que vayan a hacerlo por primera vez.

Los mecanismos que se llegaren a aplicar y a estandarizar en el experimento que se hará en el estadio Atahualpa deberán tener una estructura que pueda replicarse en los 17 estadios restantes donde se juega fútbol en las series A y B.

No sirve poner más policías dentro y fuera de los escenarios para reprimir actos violentos entre los aficionados, tampoco golpearlos ni llegar a consensos con los dirigentes de las denominadas barras de los equipos. Es básica una campaña mediática agresiva de comportamientos dirigida a las personas que vayan a los estadios, también carnetizar a los integrantes de cada una de las barras bravas para identificarlos; después hay que instalar entre 10 y 15 cámaras de video en el interior de los estadios para que sirvan de ayuda para las autoridades. Además hay que exigir que la FEF actúe con severidad con su reglamentación en caso que haya reportes de los inspectores de los partidos de potenciales sucesos que alteren una programación futbolística. Así será la única forma de ir construyendo un fútbol sin violencia y cautivar a nuevos aficionados para que regresen a los escenarios, tal como se vivía en décadas pasadas en las que iban miles de familias a disfrutar de esta actividad. Por eso es vital que se hagan correcciones de esta interesante propuesta.

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