La violencia se acentúa en Colombia

Santiago Zeas. Corr. en Bogotá

La madrugada del pasado 20 de noviembre la guerrilla de las FARC cometió uno de sus ataques  más cruentos en contra de blancos civiles. Ese día los combatientes de la columna Simón Bolívar quemaron un bus que trasladaba a 18 personas, en la ruta Cali-Tumaco. Seis personas murieron incineradas dentro del vehículo, entre ellas dos niños.

El ataque fortaleció una pregunta que desde hace meses ronda en la opinión pública de Colombia: ¿Fue solo un atentado aislado o una señal de una nueva escalada del conflicto interno?

Álvaro Uribe rechaza
El Gobierno colombiano optó por restarle validez y credibilidad al informe de Arco Iris, al tacharlo  de documento “político” y no “académico”.
El presidente Álvaro Uribe salió ante los medios y señaló que ese informe solo “desvía” la realidad y resta méritos a su política de seguridad democrática.
El ministro de Defensa, Gabriel Silva, también restó valr al informe que habla de un aumento del clima de violencia interna.La interrogante circula con fuerza en Colombia desde el 10 de noviembre, cuando las FARC realizaron una de sus incursiones militares más contundentes.

Ese día la guerrilla atacó por sorpresa el Municipio de Corinto (departamento del Cauca). Nueve militares fallecieron en la incursión. El gobierno de  Álvaro Uribe envió más efectivos a Corinto, pero evitó tratar con  profundidad un tema que le resultaba incómodo.

Pero  un informe reciente sobre el estado del conflicto interno confirmó la sospecha: la temperatura del clima de violencia se ha elevado en los dos últimos años en Colombia. La corporación Nuevo Arco Iris entregó su estudio de 2009, cuyos resultados revelan que se han incrementado las actividades de grupos que operan al margen de la Ley: guerrilla, paramilitares y bandas criminales.

En el caso de las FARC, sus acciones armadas se elevaron en 30% con respecto a 2008. En total orquestaron 1 429 ataques, que son interpretados por la fundación como una reactivación de las actividades subversivas.

Según la ONG, en el incremento de acciones hay un giro: el uso de minas antipersonales, activadas a control remoto, contra efectivos del Ejército colombiano.

León Valencia, director de Nuevo Arco Iris, explica que esta reactivación de las FARC está relacionada con el cambio del mando. Alfonso Cano, quien reemplazó al desaparecido Manuel Marulanda, lanzó el Plan Renacer.

La insurgencia intenta así neutralizar su desmoronamiento, a raíz de operaciones del Gobierno que permitieron asestar duros golpes, como la liberación de Íngrid Betancourt o la muerte de Raúl Reyes en un campamento en Angostura, Ecuador.

Pero el dato que genera un  mayor impacto y  disgusta al  gobierno de Uribe, es el relacionado al resurgimiento de bandas paramilitares. Las acciones de los grupos paramilitares  superan a las de la guerrilla. En los 10 primeros meses de este año, los ‘paras’ perpetraron 2 286 acciones contra civiles y la Fuerza Pública. Además, en comparación con 2008, su área de operaciones abarca un mayor  número de municipios: subió de 247 a 293.

Estas cifran dejan sin piso el discurso de la Casa de Nariño, según el cual los ‘paras’ desaparecieron del mapa de la violencia a partir del proceso de desmovilización de 2003.

Claudia López, politóloga que participó en el estudio, explica que al menos 21 jefes paramilitares no se desmovilizaron.

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