Entre junio y lo que va de agosto de este año, 159 vuelos tuvieron inconvenientes para aterrizar en el Aeropuerto Mariscal Sucre, en Tababela, por los fuertes vientos de la época seca en la capital. En promedio, esa pista opera 80 vuelos por día.
Los datos de la Dirección General de Aviación Civil (DGAC) muestran que del total de aviones con problemas al aterrizar en Quito, 22 tuvieron que dirigirse a aeropuertos alternos de ciudades como Guayaquil o Manta.
En junio, con el inicio del verano, 22 vuelos no pudieron aterrizar en el primer intento. Mientras que en julio, esa cifra subió a 84 y en lo que va de agosto 53 han experimentado “aproximaciones frustradas” en Tababela.
Una aproximación frustrada, explica Diego Jaramillo, director de Navegación Aérea de la DGAC, es una fase dentro del aterrizaje en la que se combinan tres vientos: el de frente, el de cola (el aire circula en la misma dirección que la del vuelo) y los vientos cortantes (diferencia en la velocidad o en la dirección del viento entre dos puntos en la atmósfera).
Debido a esas condiciones, el piloto no puede aterrizar la aeronave en su primer intento y decide volver al aire para intentarlo nuevamente.
El capitán Santiago Romero es piloto. Trabajó en una aerolínea comercial en el aeropuerto de Tababela desde su inauguración hasta el 2017. Para él, con cerca de 20 años de experiencia, la época más difícil para aterrizar en Quito es durante el verano.
A Romero nunca le tocó aterrizar en otro aeropuerto debido a la velocidad de los vientos en el de Tababela. Sin embargo, una vez debió realizar las denominadas ‘aproximaciones frustradas’ a la pista de aterrizaje. “Durante la aproximación, se experimentan las ‘cortantes de vientos’. Cuando eso pasa, hay que regresar al aire para iniciar un nuevo proceso de aterrizaje”, cuenta Romero.
De acuerdo con los datos de monitoreo meteorológico de la Dirección General de Aviación Civil (DGAC), en el verano (entre junio y agosto), la velocidad de los vientos puede alcanzar los 30 kilómetros por hora. Incluso pueden existir picos de hasta 70 kilómetros por hora.
Jaramillo explica que, en general, cuando los vientos superan los 20 kilómetros, se producen inconvenientes para las aeronaves.
Estas condiciones que imponen los vientos en Tababela pueden retrasar la llegada de un vuelo. Jaramillo comenta que con una ‘aproximación frustrada’, el aterrizaje puede tardar unos 20 minutos más. Sin embargo, si el piloto decide intentarlo nuevamente, la demora puede ser de hasta 45 minutos.
Otro elemento que se toma en cuenta para el número de intentos de aproximación, según Jaramillo, es el combustible disponible del avión.
El aeropuerto Mariscal Sucre tiene la tecnología suficiente para que las aeronaves concreten un aterrizaje sin inconvenientes en medio de las condiciones propias del viento, afirma Jaramillo.
Este trabajo se planifica con base en la información que proporcionan la torre de control del aeropuerto, las salas de aproximación y meteorología de la DGAC y la tripulación del avión.
Otros líos por los vientos
Según los datos del Municipio de Quito, desde el 9 de julio hasta el 18 de agosto, el Centro de Operaciones de Emergencia Metropolitano registró 16 vientos fuertes.
Estos ocasionaron la caída de 12 árboles, la rotura de un ventanal y el desprendimiento del techo de tres viviendas. Christian Rivera, técnico de la Dirección de Riesgos del Cabildo, mencionó que también se produjo la caída de un rótulo publicitario en el norte de la urbe.