Redacción Construir
Las cosas viejas, antiguas, dañadas por el uso u olvidadas en los divanes porque ya pasaron de moda pueden romper ese destino con rumbo al basurero. ¿Cómo? Reciclándose para la decoración hogareña.
Eso pasa, por ejemplo, con las viejas arteras de pan que se convierten en bandejas de interior, las añejas planchas o máquinas de escribir que pasan a ser las mimadas de la sala… en fin.
Una carretilla estropeada que no sirve para su uso como tal también puede servir como elemento decorativo. Pintándola con colores atractivos o solamente dándole una buena lijada puede convertirse en una jardinera de primera línea, explica la arquitecta y decoradora María Varela. Llenándola con petunias blancas y rosadas, o con rosas o gerberas es un buen ejemplo de reciclaje.
En los espacios exteriores, parques o patios, esta especie de macetero retoca el ambiente.
Y no solo eso, reitera Varela. Puede convertir a esa carretilla en un verdadero huerto sobre ruedas. ¿Cómo? Sembrando sobre ella tomates, lechugas y hierbas aromáticas. O la combinación de flores y hierbas, que da el mismo efecto decorativo. Un ejemplo puede ser llenar la carretilla de hierbaluisa y fresas rojas.
Normalmente, dos capas de pintura antioxidante y dos de pintura acrílica son suficientes para transformar una carretilla vieja en un contenedor con un gran efecto visual.
Para facilitar la salida del agua, es necesario perforar en la base unos ocho agujeros y crear un drenaje colocando una capa de ripio o grava en el fondo.
Finalmente, se incorpora la tierra, mezclándola con hojas y abono orgánico (de lombrices).
Se arma según el gusto personal, sembrando una espalda de flores más altas y acomodando otras más bajas hasta los colgantes en los filos. Vale jugar con colores o, también, acoplar toda una variedad para dar un efecto de armonía y textura uniforme.
Es aconsejable ajuntar plantas con las mismas necesidades de sol, sombra y agua. Y poner mucho cuidado en el riego.