Moradores vieron cómo Amelia fue atacada con un cuchillo por su expareja Miguel Adolfo A., en la calle Luis Vargas Torres de Pisulí, en el norte de Quito. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
En una casa de ladrillo, junto a la sin aceras calle Luis Vargas Torres, se levantó este sábado 9 de febrero del 2019 una capilla para velar a Amelia, víctima de femicidio en Quito.
Su expareja, Miguel Adolfo A., la atacó con un cuchillo en el pecho, a las 11:50 del viernes 8 de febrero, cuando Amelia salía de su casa acompañada por su madre. Hasta esa vivienda ahora llegan familiares, al velatorio.
El cuerpo de Amelia fue entregado a tres hijos y dos hermanos cerca de las 21:00 del viernes 8, después de la autopsia en el Departamento de Medicina Legal. Agentes de Criminalística también recogieron evidencias en el lugar del femicidio.
En el velatorio los familiares se abrazan, se lamentan y la madre llora abrazada al féretro de su hija adornado con flores. Un hermano de Amelia solo alcanza a decir que “es un momento de dolor muy grande para toda la familia”.
En Pisulí hay consternación. “Fue muy feo”, dice una vecina, quien recuerda que la pareja vivía más de 25 años en la casa esquinera de un piso. Allí habitaba con sus hijos y con la madre de la víctima.
Los moradores aseguran que el hombre la golpeaba constantemente, no solo a ella sino también a sus hijos y a su suegra. Hace 15 días, Amelia presentó una denuncia por violencia intrafamiliar y un juez le otorgó una boleta de auxilio.
Pese a que ese documento judicial le prohibía acercarse a la víctima, el viernes 8 de febrero Miguel Adolfo A. interceptó a su expareja.
Una mujer que estuvo en la escena cuenta que cuando lo vio, Amelia sacó la boleta de auxilio y le pidió que se alejara porque debía ir al IESS. Dice que el agresor se rehusó. Entonces, le abrazó por la espalda, discutió y la amenazó con un cuchillo.
Un vecino asegura que al ver el arma, la mujer empezó a correr y él la persiguió. Cuenta que finalmente la alcanzó, la agarró del cabello, le sujetó con el brazo por el cuello y la apuñaló.
La madre gritaba. Pedía auxilio y que soltara a su hija. El agresor le dijo que se callara y también le hizo un corte en la ceja. Una moradora llamó a la Policía.
Cuando los uniformados llegaron el victimario ya estaba sentado junto al cadáver. Repetía una y otra vez: “Mira lo que hiciste”. Luego con el cuchillo empezó a cortarse el pecho.
Los uniformados se acercaron, le quitaron el arma y lo detuvieron. Fue llevado en una ambulancia, con custodia policial, y hasta el hospital Pablo Arturo Suárez.
La Fiscalía formuló cargos por el delito de femicidio, en flagrancia, en contra del agresor Miguel Adolfo A. La Justicia ordenó su prisión.
Ricardo Camacho, subsecretario de Rehabilitación Social, indicó a este Diario que cuando Miguel Adolfo A. sea dado de alta del hospital Pablo Arturo Suárez, donde se encuentra con custodia, será trasladado a la cárcel de Latacunga.