El puente Rumichaca permaneció cerrado ayer (26 de mayo del 2018) y custodiado desde el lado colombiano. Foto: Francisco Espinoza para EL COMERCIO.
El puente de Rumichaca, el principal viaducto entre Ecuador y Colombia, estuvo ayer (26 de mayo del 2018) desolado. A las 10:00 cuatro policías, seis vigilantes aduaneros y tres agentes de la Comisión de Tránsito del Ecuador caminaban por el paso internacional desierto.
Por ahí circulan, en los días ordinarios, hasta 18 000 vehículos en los dos sentidos, y en los feriados hasta 22 000, según el Ministerio de Transporte y Obras Públicas.
En el lado colombiano se colocaron vallas metálicas, que eran vigiladas por policías. El Gobierno dispuso la restricción total de la movilidad de personas y vehículos por los pasos terrestres y fluviales fronterizos, para garantizar la seguridad durante el proceso electoral, previsto para hoy (27 de mayo).
La medida se inició a las 00:00 de ayer y concluirá hoy a las 16:00, en el límite entre Colombia y Ecuador. Entre Colombia y Venezuela la frontera se cerró el jueves pasado y se abrirá a las 00:00 de mañana.
El bloqueo de los pasos fronterizos disminuyó notablemente la presencia de extranjeros, especialmente de Venezuela, que copaban las instalaciones del Puente de Rumichaca los días anteriores.
Solamente había un par de grupos de venezolanos que esperaban recolectar dinero solicitando ayuda a los transeúntes, para proseguir su viaje.
Uno de los aventureros es Maykol Manague, de 22 años, quien inició su viaje hace una semana en Cúcuta, en la frontera entre Colombia y Venezuela. Unas veces caminó y en otras se subió a vehículos particulares, que no le cobraron.
Las tiendas, restaurantes, locales de cambio de moneda fronterizos, entre otros, cerraron sus puertas. No pasó lo mismo en las oficinas públicas nacionales, como la de Migración, que labora las 24 horas.
Según un funcionario, al día se realizan 2 500 trámites en promedio en las 10 ventanillas que disponen. Pero, ayer, desde la 01:00 hasta las 10:00, no llegaron viajeros .
Tampoco había taxis y furgonetas de alquiler. El cierre de la frontera sorprendió a turistas, como Elizabeth Pozo, que arribó junto a su familia desde Quito. Tenía previsto viajar a Ipiales, Colombia.
No sabía que el paso binacional iba a estar bloqueado. Pero optaron por visitar atractivos turísticos del Carchi.
También había viajeros que querían avanzar a Colombia. No pudieron hacerlo por Rumichaca, sin embargo, lo hicieron por la vecina parroquia ecuatoriana de Urbina. Ahí se cerró la vía con un poste metálico. Pero, ante la falta de agentes de la fuerza pública de los dos países, varios ciudadanos cruzaban libremente.
En los costados de esta carretera de tierra, de segundo orden, vehículos y motocicletas particulares y de alquiler ofrecían sus servicios.
El viaje desde este punto fronterizo hasta el centro de Ipiales (Colombia) se ofrecía al cambio 30 000 pesos colombianos (USD 10). Desde Urbina a Tulcán se cobraba USD 6.
“Es un abuso. Pero nadie controla”, se lamentaba un viajero que llevaba dos maletas rumbo a Pasto (Colombia).
Según Bayardo Martínez, directivo de la Cámara de Comercio de Tulcán, el sector comercial del norte de Ecuador y sur de Colombia resultó el más afectado, por la disposición gubernamental.
Asegura que días antes enviaron una comunicación a las autoridades de Colombia en la que solicitaron que la suspensión de la movilidad fronteriza no fuera de cuatro días, como sucedió en las elecciones legislativas colombianas de marzo pasado, sino de dos. Con ello se espera reducir el impacto comercial, comentó.