La mayor parte de viajeros en el Aeropuerto Mariscal Sucre llegan de Estados Unidos, España, Colombia y Perú. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
Tiene un calendario de papel, de esos que casi nadie usa, en el que cada noche, hasta hoy, marcó una equis sobre el día vencido. Carla Riofrío esperó 11 meses a que llegara el 5 de julio del 2018 para volver a abrazar a su hijo de 10 años a quien dejó al cuidado de su abuela en el 2012, cuando debió viajar a Estados Unidos, en busca de un mejor trabajo.
Cruza la puerta del arribo internacional y el pequeño corre entre las barandas para abrazarla. Ella lo besa casi con desesperación y acaricia su cabello. El resto de la familia le entrega rosas y globos.
Estas imágenes son frecuentes en el Aeropuerto Internacional Mariscal Sucre de Quito, en Tababela, sobre todo en la época vacacional.
Según cifras del Ministerio del Interior, el número de viajeros en esta terminal aérea aumenta hasta en un 57% en julio, agosto y septiembre.
Carla confirma que sus visitas al país son en esas fechas porque su hijo sale de vacaciones y puede compartir más tiempo a su lado.
El punto más alto de los viajes internacionales se registra en agosto. El año pasado, por ejemplo, hubo 146 108 viajes en ese mes, mientras que en enero fueron 76 000.
Cada vez, el porcentaje de incremento de viajeros es mayor. Por ejemplo, en agosto del 2015 el aumento fue del 47%, en el 2016 fue del 49% y el año pasado fue del 57%, respecto a los otros meses.
Mariana de Méndez, de 72 años, también espera en la terminal aérea a su cuñado Jorge Méndez, quien llega de Los Ángeles para visitar a la familia. Es jubilado y usualmente viaja en verano para disfrutar del clima y recorrer las playas ecuatorianas. Este año tiene planeado ir a Galápagos.
Pese a que el hombre vive en el país del norte desde hace 40 años, extraña a su terruño. Sus cuatro hermanos y sobrinos lo esperan con arreglos florales.
Las bancas de la sala de espera de la terminal están llenas. Entre las personas hay niños, jóvenes y adultos mayores.
Arriban vuelos de Panamá, Buenos Aires, Lima, Ámsterdam, Nueva York y Madrid.
A sus 59 años, Angélica Cano viajará a Miami el 14 de julio. Cada año visita a su hijo mayor y aprovecha para hacer las compras de Navidad. Sabe que en temporada alta el pasaje le cuesta el doble (USD 975), pero lo hace en estas fechas porque viaja con sus nietas, de 13 y 18 años. “Esa es mi forma de motivarles para que no se queden a supletorio”, dice y ríe.
Luis Galárraga, gerente de comunicación de Quiport, cuenta que un fenómeno similar ocurre en diciembre, cuando el número de viajeros aumenta y la gente llega con regalos y equipaje extra.
El aumento de pasajeros lleva a la terminal a alterar ciertas operaciones. En el aeropuerto trabajan unas 8 200 personas, y en estas fechas solo aumenta en aquellas áreas relacionadas con la atención al pasajero. En especial, personal de migración, aduana y seguridad refuerzan los turnos.
A decir de Galárraga, el aumento de pasajeros es más visible en las horas pico, es decir, de 06:00 a 09:00, de 14:30 a 17:00 y desde las 19:00 hasta la madrugada. Por ejemplo, mientras en temporada baja operan cinco counters en migración de salidas, en temporada alta se habilitan nueve.
De las 24 posiciones de control que hay en migración de llegadas se activan hasta 20 en temporada alta, cuando otros meses operan no más de 10.
Pensando en facilitar los procesos se hizo una ampliación en el área de fila en el hall de migración de arribos. Para evitar que la fila de pasajeros empiece a irse hacia los pasillos, se hizo una remodelación y hoy hay más espacio. Antes, el área tenía 360 metros cuadrados y ahora tiene 570.
Galárraga asegura que desde el año pasado se trabaja para establecer procesos que agilicen el paso de las personas y que acorten el tiempo de procesamiento de cada pasajero.
Cada persona, dependiendo de algunos factores, tarda en migración unos dos minutos. Pero cuando llegan pasajeros de países de donde se exige visas y ciertos documentos adicionales la revisión demora más. La labor se vuelve compleja cuando llegan aviones que traen hasta 300 personas.
Con ese mismo objetivo, desde el año pasado se eliminaron los formularios andinos de migración que debían ser llenados por los pasajeros.
En estos meses suelen haber vuelos estacionales: una compañía aumenta los vuelos por el incremento de pasajeros.
Este año, solo una aerolínea lo solicitó, lo que evidencia que el número de pasajeros aumenta porque los aviones llegan llenos, no porque aumente el número de vuelos.
La Policía Nacional incrementa los controles en las vías aledañas y la seguridad en los alrededores. También se habilitan más estacionamientos. Usualmente funcionan 1 240 parqueaderos, pero durante la temporada alta se ponen a disposición 300 adicionales.
De ser necesario se habilita un transporte que recorre cada 20 minutos esos espacios exteriores y ayuda a movilizarse a los pasajeros hacia la terminal.
Galárraga señala que los vuelos nacionales también aumentan, pero en menor magnitud que los internacionales, ya que la mayoría de personas realizan recorridos terrestres.
Los 250 taxis que operan en la terminal también sienten el incremento de pasajeros. Édison Merina, de 40 años y taxista desde el 2010, cuenta que al día hace tres carreras, pero en estos meses aumenta a cuatro, eso sí, trabajando incluso la madrugada.