Olga Imbaquingo Revelo
Corresponsal en Nueva York
mundo@elcomercio.com
Hace 40 años, en un verano como este, la humanidad asistía alrededor de los televisores en blanco y negro a contemplar, entre incrédula y extasiada, otra histórica hazaña: la llegada del hombre a la Luna.
El 20 de julio, a las 16:48, la nave Águila, casi ya sin combustible, se posaba sobre el Mar de la Tranquilidad. “Estoy al pie de la escalerilla. Las patas del Águila solo han cavado la superficie unos cuantos centímetros. La superficie es de un granulado muy fino, cuando se la ve de cerca. Ahora salgo de la plataforma”. Fueron las primeras palabras de Neil Armstrong, el primer hombre que pisó la
Luna. Segundos después diría la histórica frase: “Este es un pequeño paso para el hombre, pero un salto gigantesco para la humanidad”.
Desde entonces la conquista del espacio tiene otros horizontes. En una entrevista reciente, Edwin ‘Buzz’ Aldrin, el segundo astronauta que puso el pie sobre el suelo lunar, dijo que la Luna ya no es un suelo prometedor para actividades comerciales. “Tal vez ya no es necesaria la presencia del hombre en la Luna para tomar ventaja de sus recursos. Lo pueden hacer los robots”.
Para él, todos los esfuerzos hay que ponerlos en Marte “porque ofrece más”.
Mucha historia ha pasado frente a los ojos de la humanidad desde ese momento, cuando los estadounidenses bailaban ese verano de
1969 al ritmo de Sugar Sugar de Los Beatles y de I want you back de los Jackson 5.
Un mes más tarde del alunizaje, medio millón de jóvenes se adueñaba de una hacienda cercana al pueblo de Woodstok en el norte del estado de Nueva York, para vivir la fiesta más histórica de la música y las esperanzas.
La NASA realizó cinco viajes más con astronautas a la Luna. Desde entonces no ha vuelto más a ese suelo oscuro y sin vida, ¿Por qué será? Se preguntan los escépticos que nunca se convencieron de esta hazaña, que en ese momento para los políticos más que fines científicos era una lucha entre Estados Unidos y la Unión Soviética por dominar el espacio.
El Sputnik, el primer satélite soviético puesto en órbita dos años antes, fue como una piedra en el ojo para Washington. ‘La guerra de las galaxias’ había empezado y EE.UU. se lanzó en una carrera contra el tiempo para ganar esta maratón, durante la Guerra Fría.
Las hipótesis y las teorías sobre la mentira del viaje a la Luna abundan. Cuatro años después de aquel viaje, Bill Kaysing publicaba el libro ‘Nunca fuimos a la Luna’. Hasta su muerte insistió en sus argumentos, aunque nunca ofreció pruebas fehacientes.
Más toneladas de polémica se amontonaron cuando en 2006, John Sarkissian, del Observatorio Parkes de Australia, confirmó que 698 de las 700 cajas de los videos originales sobre la llegada de Apolo 11 a la Luna habían desaparecido. Pero la NASA aseguró que las grabaciones originales del aterrizaje de las primeras personas en la Luna hace 40 años fueron borradas y reutilizadas, pero las copias de la emisión original recientemente restauradas se ven incluso mejor.
Para Eugene Cernan, ex astronauta de la NASA y uno de los 11 hombres que han pisado suelo lunar, “parece ciencia ficción, pero el hombre en la Luna fue un hecho”. Bajo ese convencimiento estos días se celebrará el acontecimiento que cambió la historia.