Hace 20 años una pequeña pastilla azul provocó una revolución. Los más románticos dirán que promovió el amor, los más prácticos explicarán que fue la solución para la impotencia sexual. Lo cierto es que el Viagra cambió la sociedad.
El sexo dejó de ser un tabú… una conversación entre copas entre hombres para convertirse en un tema cotidiano, normal, sencillo. De hecho, la palabra impotencia se transformó en disfunción eréctil. Un mal que ya tenía solución aunque fuera solo por unas horas.
El Viagra apareció por error. Los investigadores experimentaban con una droga que trataría las causas de la angina de pecho, un problema cardíaco que afecta a los vasos sanguíneos que transportan la sangre al corazón. Pero en el proceso se dieron cuenta de que uno de los efectos secundarios de esta nueva droga era dilatar otros vasos sanguíneos, y no precisamente los del corazón.
Así nació el Viagra. Su campaña de promoción en el mundo estuvo a cargo de dos personalidades: la leyenda del fútbol Pelé y el candidato republicano a las elecciones presidenciales estadounidenses Bob Dole, que se convirtieron en los rostros de la disfunción eréctil. “Da un poco de vergüenza hablar de disfunción eréctil”, decía en un tono natural el político y veterano de guerra, en el comercial televisivo que presentaba por primera vez la píldora azul, “pero es importante para millones de hombres y sus parejas”.
Como parte del ‘spot’, Dole contaba que cuando fue diagnosticado con cáncer de próstata tuvo miedo de que la cirugía y el tratamiento posterior le provocaran impotencia, lo que le causaba “coraje”, “algo que comparte un número infinito de estadounidenses” que batallan contra enfermedades complicadas.
En otro anuncio, Pelé complementaba la idea: “No sufras más en silencio, habla con tu doctor, yo lo haré”. El Viagra fue un ‘boom’, uno que nadie lo esperaba, ni la propia farmacéutica que lo creó. Pfizer estimaba que se recaudarían USD 100 millones en el primer año, pero la cifra se multiplicó por 10 en apenas unos meses. Se estima que en estos 20 años de comercialización se emitieron más de 65 millones de recetas médicas en el mundo para su consumo.
El Viagra fue el eslabón perdido, la vaca sagrada del mundo farmacéutico, porque la impotencia afecta a una tercera parte de los hombres mayores de 40 años y las alternativas que existían en ese momento en el mercado no eran muy prácticas ni eficaces. En las primeras semanas de venta, los médicos emitieron más de 150 000 recetas en Estados Unidos; al cabo de seis meses ya había llegado a Europa y de allí a todo el planeta.
La famosa píldora azul, que tiene forma de rombo, cautivó a todos, porque combinaba los deseos más básicos de los hombres: juventud, vitalidad y rendimiento “sin importar cualquier limitación que existiera”, como lo dijo Meika Loe, socióloga, antropóloga y autora del libro ‘The rise of Viagra’.
Si a esto se le suma que su aparición se combinó con el surgimiento arrasador de la pornografía vía Internet, se completaba la ecuación perfecta. En el 2013, la patente de la farmacéutica se terminó. Solamente quedó vigente en Estados Unidos hasta el 2020. Y como es normal en cada negocio rentable, enseguida apareció la competencia.
Las farmacéuticas entraron en una batalla por captar algo del mercado de Pfizer y así aparecieron algunas pastillas que cumplen con la misma función que el Viagra. En junio de ese año llegaron las primeras versiones genéricas de la pastilla a Europa. La pastilla azul demostró el buen negocio que resulta para las farmacéuticas crear un ‘hit’. El Viagra costaba USD 15 por tableta cuando empezó a venderse. Al poco tiempo subió a USD 50, mientras que la versión genérica cuesta apenas un dólar.
Sin embargo, y pese a la popularidad de la pastilla azul, todavía es mal entendida. Muchos creen erróneamente que es un afrodisíaco y que promueve el deseo sexual y pocos saben que hay que esperar 27 minutos luego de tomarla para que exista una erección. Además, muchos la utilizan para cosas que no están indicadas por los especialistas, como el deporte, lo cual puede tener efectivos adversos.
No obstante, su uso no ha estado exento de polémicas, puesto que una de sus contraindicaciones es para quienes padecen hipotensión o toman otras pastillas para el corazón. Dentro de la oferta del paraíso que significa la píldora, se olvidaron de las mujeres, de sus necesidades y de la ayuda que pueden requerir. Para tratar de solucionarlo, hace unos años se lanzó el ‘Viagra femenino’, pero cuyos efectos secundarios tenían más impacto que el efecto deseado.
Desde hace 20 años vivimos en la sociedad del Viagra. Una que permite a hombres mayores de 60 años tener una vida sexual activa y a jóvenes, sentirse más vigorosos. Una sociedad que ya no está dispuesta a ceder en la batalla sexual que ha ganado en estos 20 años. ¿Se imagina que una erección pueda durar hasta cuatro horas? El Viagra llegó para quedarse y cambiar la forma en la que concebimos la sexualidad.