Las denuncias de pedofilia se han multiplicado en las últimas semanas. Los casos divulgados atañen a las prácticas sexuales de sacerdotes o religiosas con menores de edad escandalizan por un doble motivo.
La práctica del celibato, condición exigida en la Iglesia de Roma para el clero, y la prédica antigua de la relación estable y monogámica practicada en pareja, que han sido parte del discurso moral de púlpitos y de las recomendaciones para los católicos.
Es verdad que los casos no se refieren a todos los sacerdotes del clero (se calculan 4 000 000 en todo el planeta), pero la intimidación y el abuso y la sodomización forzada a niños y jóvenes debe sancionarse con todo el vigor de la Ley, sin privilegios.