El verdadero “color” del presidente Rafael Correa –el número 1 de los últimos años- es un tema de interés general a estas alturas de la ”revolución ciudadana”. El se define, como hincha del “socialismo del siglo XXI”, con la misión de cambiar al Ecuador. Otros, interesados en descubrir o establecer su “auténtica filiación”, le describen como rojo. Algunos –que se consideran rojos auténticos- creen que es sólo un rojizo o hasta apenas un verde, con fondo azulado. En fin, no faltan las opiniones con sus respectivos colores y tonos, de acuerdo con las ideas o visiones de nuestra política.
Por lo menos dos ciudadanos conocidos llevaron esa definición a otro campo más enrojecido, si se puede decir así, resucitando una palabra política muy usada en los años idos para identificar a los izquierdistas extremos. Uno de ellos, el destacado periodista Alfredo Pinoargote, no se anduvo por las ramas en la prestigiosa revista que le tiene como a uno de sus reputados comentaristas. Usó la palabra “comunista” y argumentó –palabras más palabras menos- que el Gran Jefe sueña con ser el rojo de un gran trío político del Ecuador, junto al conservador García Moreno y al liberal Eloy Alfaro.
Otro ciudadano que no se pierde las oportunidades para decir lo suyo, sobre muy diferentes temas, el Ñaño Fabricio, también dedicó a su hermano menor esa palabra tan roja, tras decir que había jurado muchas veces que “mi hermano no era comunista, pero…”. Esas dos voces coincidieron en sus sospechas. El presidente Correa prefirió no darles mucha bola, anotando que, por lo menos en el caso de su fraterno, estaba fuera de onda en sus acusaciones.
No creemos, realmente, que se justifica el uso de esa definición tajante -¡comunista!- que algunos identifican con posiciones extremas. Entre otras cosas, el presidente Correa quiere salir triunfante de su paso por el poder, como es lógico, y el castro-comunismo, por ejemplo, puede ser el modelo de un personaje al cual admira pero no la fórmula apropiada para enrumbar al Ecuador.
Prácticamente ningún país o gobernante –por más que aplaudan a Fidel- usa en estos tiempos el estatismo total o casi. El neocomunismo chino se ha dedicado en el campo económico a cultivar “pelucones” y tampoco va a merecer copias de parte del “socialismo del siglo XXI”. El Gran Jefe del Ecuador no coincide, pues, con esos comunismos, pensamos, aunque a veces parece que le gusta asustar a los ecuatorianos. Por otra parte, escuchamos hace unos días a su ministro consentido, Galo Borja, y él se felicitaba de que varias empresas grandes estén reinvirtiendo en el país. Eso no suena a comunismo.
Finalmente, el presidente Rafael Correa en Oxford se confesó de la izquierda cristiana y admirador de la teología de la liberación. Verde y no colorado. Talvez fue una respuesta indirecta a Pinaorgote, Fabricio y otros que le ven rojo.