Redacción Cultura
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Quito es sol y viento.
Los uniformes y los útiles escolares reposan en espera del nuevo año escolar. Hasta entonces, otras actividades ocupan el tiempo de niños, niñas y adolescentes.
Las artes escénicas son una de las salidas para el verano.
En la vía a La Merced, en el valle de Los Chillos, el campo verde y el aire fresco reciben a los visitantes del Titiriteatro, de la Rana Sabia. Una antigua casa de hacienda, rodeada de árboles y flores, se llena de gritos cada vez que los niños ávidos de historias acuden a ver las obras que inventan o adaptan Claudia Monsalve y Fernando Moncayo.
Hace 35 años, ambos formaron el grupo y hace más de 20 llevan a cabo talleres vacacionales. No los realizan con regularidad, pues, en algunas ocasiones, el verano coincide con las giras de la agrupación.
Daniel Badillo, del grupo La Lumbrera, también es uno de los responsables de las actividades de verano en el Titiriteatro.
Los talleres tuvieron su partida en experiencias anteriores en comunidades rurales, bajo los auspicios de la Unesco y el Centro del Muchacho Trabajador.
Según Monsalve, los talleres divididos en tres módulos, de dos semanas cada uno, buscan la integración a través del juego, del arte y de la recreación y añade: “El desarrollo de las destrezas obedece a ejes temáticos, que son la base para la creación y la manipulación de títeres”.
Justamente este aspecto es el que rescata Cristina Trujillo, de 12 años, quien dice: “Las actividades son chéveres, me gusta hacer los títeres y la manera de manejarlos”. La Rana Sabia conjuga estos talleres con actividades de salidas de campo y cocina.
En otro escenario, en el centro de la ciudad, Verónica Falconí, actriz del grupo Contraelviento, dirige, hasta el 24 de julio, por séptimo año consecutivo, un taller de teatro y expresión corporal infantil y juvenil. Distribuidos en dos grupos, uno desde los 5 hasta los 9 años, y otros desde los 10 hasta los 13, los alumnos se insertan en el hecho escénico desde el principio del juego.
La propuesta de este taller es personalizada e integra el arte del actor, el manejo de energías sobre escena, la expresión corporal, el manejo vocal y la música, para llegar a la construcción de personajes.“No es un extra para ganar dinero, es una actividad muy precisa”, explica Falconí.
Al final del taller se tiene previsto realizar un montaje teatral. En ese proceso, Michelle Noboa, de 5 años, dice sentirse muy bien cuando se coloca pintura en la cara para convertirse y volar como una mariposa multicolor.
Una recreación final es también el resultado de las colonias vacacionales organizadas por la Corporación Quijotadas. La danza y el teatro se integran en una serie de dinámicas, que Marco Tallupanta, actor egresado de la escuela de Teatro de la U. Central, imparte a sus alumnos en verano. “A través de actividades lúdicas, los niños exploran su parte sensorial y van conociendo su cuerpo, para expresarse sobre las tablas”.
En el mismo sentido, los motivos de la bailarina y coreógrafa Josie Cáceres apelan a la organización de un cuerpo expresivo. Ella dirige un curso vacacional para jóvenes desde los 15 años,
Durante cuatro semanas, en la sala Zero no Zero, de la Casa de la Cultura, sus alumnos se acercan a la danza desde una filosofía del movimiento que parte del autoconocimiento.
Teatro, danza y otras actividades para las vacaciones
Las colonias vacacionales, de Corporación Quijotadas, se inician el lunes próximo, en el sur de Quito. Costo: USD 49, más USD 20 opcional.
Hasta el 24 de julio, en la sala de Contraelviento, se desarrollan los talleres de teatro, con la actriz ganadora del FITE, Verónica Falconí.
Josie Cáceres dicta talleres de danza en la Zero no Zero, de la Casa de la Cultura. Tres días a la semana: lunes, miércoles y viernes.
En la CCE, el Área de la Mujer organiza talleres de danzas árabes y de ritmos tropicales, para niños desde los 5 hasta los 12 años.
La academia Dancing Mood también ofrece cursos para niños y niñas, en las especialidades de hip – hop y salsa. Informes: 225 4294.