“No caigas en manos de estafadores. Atención a todos los venezolanos. Tenemos el servicio de cobrar con todas las tarjetas de crédito, raspamos tu cupo Cadivi, viajero y electrónico, comisiones bajas…”, promete un anuncio que aparece en la red, tras buscar las palabras “raspado de tarjetas en Ecuador”.
Al final del aviso se muestra un número de celular. Una mujer, quien se identifica como Marisela, responde. “Si usted necesita claro que le puedo ayudar, nosotros como agencia no lo hacemos directamente, pero si viene a Guayaquil le doy la referencia para que acuda allá, son gente que conocemos, de confianza. Pueden hacer raspado con cualquier tarjeta”.
La agencia de la que habla la mujer ofrece un paquete que incluye transporte, alimentación, hospedaje y recorridos turísticos. Sobre los requisitos para el raspado -dice- los interesados solo necesitan su cédula y pasaporte; la comisión que cobran es del 19%. Operan en la ciudadela Garzota 2, según su información.
¿Qué es el raspado? Debido al control cambiario que rige en Venezuela, que prohíbe la compraventa libre de dólares, los ciudadanos de ese país vienen al Ecuador, donde simulan adquisiciones de servicios y bienes con su tarjeta de crédito. Las transacciones son reales, pero las compras son ficticias. Por cada transacción pagan una comisión que fluctúa entre 18 y 20%, y reciben dólares en efectivo. Luego de pocos días regresan a Venezuela y cambian los dólares en el mercado informal. El tipo de cambio oficial es 6,3 bolívares por dólar, pero en el mercado negro puede llegar hasta 180 bolívares por dólar.
En Quito, uno de los puntos donde se concentran los venezolanos es La Mariscal. En la esquina de las calles Carrión y Amazonas, Jonás, un mecánico de 40 años, quien pidió omitir su apellido, dijo que vienen en plan de turismo. Le acompañaba Amarilis, de 36 años, que trabaja en la administración de un hostal. Los dos son caraqueños.
Al preguntársele si adquiere dólares con su tarjeta para llevarlos a Caracas, Jonás respondió: “Sí, los suficientes, los que permite la ley, porque el sueldo básico en Venezuela es de 5 200 bolívares, y ahora, con la inflación la cotización del dólar sube constantemente”. Amarilis asintió con una sonrisa y añadió que también adquieren jabones, desodorantes, papel higiénico, y enlatados, “pues aquí, en Quito, tenemos todo a la mano, allá hay mucha carestía y escasez”.
A pesar de que en Venezuela vender o comprar dólares es un delito, los venezolanos y algunos operadores locales idean nuevas formas para obtenerlos. Cada venezolano que viaja al exterior tiene un cupo anual de 3 000 dólares: 2 200 con tarjeta de crédito.
Es jueves. Sobre la avenida Amazonas circulan grupos de venezolanos. Algunos llevan la casaca vino tinto de su selección. Son hombres y mujeres de entre 25 y 50 años que salen y entran a diferentes locales, sobre todo de agencias de viajes. Este Diario recorrió nueve de estos negocios. En tres de ellos las personas que atendían a los turistas dijeron, con cierto recelo, que raspaban tarjetas con una comisión del 18%. En las siete restantes comentaron que preferían no hacerlo para evitar problemas.
Funcionarios del Servicio de Rentas Internas (SRI) siguen la pista de estos casos. En los procesos ejecutados –según informaron a EL COMERCIO– identificaron contribuyentes con actividades económicas de agencias de viajes, hospedaje, renta de autos, venta de artesanías, dedicados a cambiar el cupo de la tarjeta de crédito de turistas venezolanos por dólares en efectivo. “Ellos están haciendo mal uso del contrato de responsabilidad de las máquinas para lectura de tarjetas de crédito” en los puntos de venta.
En paralelo, las autoridades del SRI participaron conjuntamente con la Fiscalía y la Unidad de Delitos Tributarios de la Policía en allanamientos a varios locales. El organismo realiza, de manera masiva y automática, cruces de información para conciliar los valores declarados por los contribuyentes (establecimientos) con los valores reportados por terceros (emisoras de tarjetas). El objetivo es reducir los riesgos de estas operaciones ilegales, cuyos montos no fueron precisados por el SRI.
En marzo del 2014, luego de los allanamientos, la Fiscalía abrió una indagación previa por una presunta defraudación tributaria. En los operativos se obtuvieron documentos y diversos materiales. La entidad espera un pronunciamiento del SRI para evaluar el inició de una instrucción.
Los enganchadores
Durante el recorrido en la Amazonas y Veintimilla, Flavio, pequeño de estatura y con un marcado acento quiteño, se acerca y pregunta al visitante, que va vestido como si fuera un turista caribeño, si necesita “raspar”. Al constatar que tiene interés, le cuenta en detalle la “forma segura y confiable” de la operación: “Cualquiera que esté interesado se va conmigo, lleva su pasaporte y la tarjeta de crédito.
Vamos a cualquier centro comercial y compramos tarjetas con bonos para hacer compras y pedimos que le carguen montos de 300, 500, 1 000 dólares… El pago es con la tarjeta de crédito. Luego vamos a mis oficinas, cerca del aeropuerto, le doy el efectivo y le descuento la comisión que es del 18%”.
Según constató este medio, las oficinas funcionan cerca del antiguo aeropuerto en un edificio habano de cinco pisos, donde opera una empresa constructora. En el segundo piso tienen un departamento amoblado. “Ofrecemos un servicio completo, si viene con un grupo podemos hospedar en el departamento hasta siete personas, cobramos USD 12 diarios.
Es muy cómodo, tiene tres habitaciones con todos los servicios, incluida la conexión a Internet”, detalla Marcelo, uno de los socios del negocio, quien asegura que “todo es legal”.Mientras Venezuela vive una profunda crisis económica y política, los dólares son billetes cada vez más atesorados. Y Ecuador, todavía, es un paraíso para proveerlos.