Las madres que necesitan comprar leche de fórmula importada para sus hijos pequeños han tenido que conformarse con la escasa oferta existente en farmacias y supermercados. Si tienen suerte podrán encontrar el producto preciso, luego de recorrer varios locales, como si les sobrara tiempo.
Algunas marcas de colirios no aparecen en las perchas y la explicación es que ya no vienen o están por salir de la Aduana. Y mientras se cumplen los tiempos oficiales para sacar la mercadería de las bodegas, el consumidor solo tiene la opción de comprar lo que hay. Aunque esté dispuesto a pagar más por ciertos productos importados, ya no llegan.
El ‘acuerdo’ entre el Régimen y varios empresarios tiene como objetivo reducir las importaciones. De cada 10 productos importados, dos dejarán de llegar al país.
No hay desabastecimiento, las perchas están más llenas de productos nacionales, pero hay productos que simplemente ya no llegan a raíz de las restricciones a las importaciones.
Del lado oficial se dice que es por el bien de todos, que se está promoviendo la producción nacional. Del lado empresarial no hay una posición única, pues depende a quién se pregunte. Los industriales nacionales aplauden las restricciones. Dicen que hay productos nacionales de buena calidad que no piden favor a los importados. Quienes se dedican a importar, en cambio, reclaman por las trabas en Aduana, por los requisitos, el papeleo, etc.
En esta ecuación, donde el Gobierno está preocupado por la macroeconomía y los empresarios por sus negocios, los consumidores se quedaron sin representación, sin voz, pero no sin acción. Quienes viajan con frecuencia llegan con las maletas más llenas de productos que no se consiguen en el país. O que incluso existiendo oferta local es más barato importarlos. Basta preguntarle a quienes van de compras a Ipiales en cada feriado, cuyas compras no se registran como importaciones.