En 2012, el desaparecido Instituto Nacional de Higiene (INH) tenía 60 000 vacunas pentavalentes de producción local, listas para los ensayos clínicos. Era la última fase antes de aplicarlas en los centros de salud del país.
“Teníamos el manual para el ensayo y la logística. Y todo quedó en el olvido”, dice Gladys Álvarez. Por casi 49 años trabajó en el área de Producción de Biológicos del Instituto, donde ya elaboraban la DTP -difteria, tétanos, pertussis (tosferina)- y otras vacunas.
54 personas, entre ellos profesionales capacitados en Japón, Chile, Brasil y Cuba, eran parte de la planta que cerró cuando el INH se dividió en dos. Álvarez continuó por un tiempo en el Instituto Nacional de Investigación en Salud Pública (Inspi).
Luego pasó a Enfarma, la empresa pública que nunca despegó y que aún está en liquidación. Era allí donde continuaría dirigiendo la producción de biológicos, pero todo quedó solo en planos y presupuestos.
Ahora, China anuncia una inversión inicial de USD 50 millones para empezar de cero una planta local. Así se acordó esta semana con la firma de un manifiesto de intención entre el laboratorio Sinovac Life Science y el Ministerio de Salud Pública.
Montar la infraestructura tomará un año y medio y, posiblemente, estará en Durán (Guayas). Su capacidad aún se calibra y la producción arrancaría en dos años.
La ministra Ximena Garzón adelantó que no solo harán dosis contra el SARS-CoV-2 (se espera contar con una fórmula contra la variante Ómicron), sino también con la pentavalente, fórmulas contra varicela, polio… La meta de arranque es cubrir el mercado local con
dosis del cuadro regular de vacunación y, a largo plazo, exportar.
Desde hace 10 años, cuando se frenó la producción de biológicos, Ecuador depende de la importación. El año pasado el país invirtió USD 66 100 151 para comprarlos a países como India, Bélgica, Brasil y Hungría, luego de sufrir un desfase que dejó desabastecidos a los centros de salud por algunos meses, en medio de la pandemia.
En el esquema nacional de vacunación hay 17 fórmulas, en su mayoría pediátricas. En 2021 fueron adquiridas 12 927 240 dosis y otras 78 5945 llegaron por donación. Entre ellas están la Td (tétanos y difteria), otras para el rotavirus, neumococo, hepatitis B e influenza.
Para Luiggi Martini, el país sufrió un retroceso en la investigación científica. El exdirector del INH recuerda que 60 años atrás ya generaban biológicos como los sueros antiofídicos con el veneno de serpientes autóctonas, vacunas antirrábicas, incluso hacían la onco-BCG para el tratamiento de cáncer de vejiga y la BCG liofilizada -en polvo, contra la tuberculosis-.
“No hay que tratar de descubrir cosas nuevas; debemos retomar las cosas de éxito que hemos tenido (…). Los ecuatorianos tenemos capacidad para producir biológicos y no solo que venga a envasar”, dice Martini, quien es parte del grupo de exministros y exdirectores que pide que el INH retome sus funciones.
Una muestra de la capacidad local está en los prototipos de vacunas contra el SARS-CoV-2 que desarrolla Espol con otras universidades. El proyecto sigue en fase preclínica, con pruebas en ratones de laboratorio. “Los ratones generan anticuerpos contra nuestras proteínas de laboratorio y los anticuerpos de personas infectadas reconocen también nuestra proteína”, dice Washington Cárdenas, líder del proyecto y jefe del Laboratorio para Investigaciones Biomédicas de Espol.
Al pensar en producir para las pruebas piloto, la única alternativa que tendrían por ahora está en los laboratorios de vacunas veterinarias. Cárdenas cree que es factible montar una planta de biológicos si hay asesoría de expertos, entrenamiento de personal e inversión.
Esos son algunos de los puntos del compromiso de cooperación con China. Además, se habla de la realización de ensayos clínicos y de transferencia tecnológica.
“Siempre es fácil comprar la vacuna ya hecha -dice el investigador-. Pero en el contexto de pandemia, el país tuvo que pagar un alto precio en vidas humanas”.
El costo económico también ha sido elevado. Son más de USD 300 millones invertidos en la compra de 34,1 millones de dosis contra el covid-19, según Salud.
La planta del antiguo INH había sido equipada por el Gobierno japonés. Álvarez recuerda que desde el ingreso tenía cabinas de aire filtrado para evitar la contaminación en el área de envasado, máquinas de sellado y una planta de agua purificada. Todos los equipos fueron embodegados.