Doña Genoveva tiene 101 años y su familia la llevó al Instituto Bolivariano para su primera vacuna. Foto Enrique Pesantes / EL COMERCIO
María Genoveva Santa González vio las noticias de vacunación contra el SARS-CoV-2 en la televisión. Poco después pidió a sus hijos que la llevaran a uno de los puntos de inmunización en Guayaquil.
“Estaba frente al televisor y dijo: miren, están vacunando a los viejitos. Yo le pregunté: ¿usted quiere vacunarse? Y dijo: yo sí”, cuenta Georgia Quimís, una de sus hijas.
De inmediato se organizaron, acordaron un día y se trasladaron en taxi al Instituto Superior Universitario Bolivariano de Tecnología (ITB), en el norte de la urbe. A sus 101 años fue inmunizada la tarde del pasado jueves.
Cada día, los sitios habilitados por el Ministerio de Salud Pública (MSP) están abiertos para los adultos mayores que superen los 90 años de edad. A partir de las 15:00 pueden acudir, sin estar inscritos previamente, y acceder a las dosis contra el covid-19.
En el registro de doña Genoveva consta que nació en 1921, como indica su cédula de identidad. Su hija dice que en realidad nació un año antes, con complicaciones de salud que pusieron en riesgo su vida.
“Ella nos cuenta que recién la inscribieron cuando tenía dos años, porque casi se muere”. Sobrevivió y creció en su natal parroquia América, en el cantón manabita de Jipijapa.
“Vivía en un recinto bien adentro, en una finca. En su tiempo se alimentó con la buena gallina, el choclo, el verde, el zapallo, el maní tierno… Aun ahora come muy bien, no hay que estarle exigiendo”, comparte Georgia.
El último año ha sido un reto para la familia. En medio de la pandemia por el coronavirus, doña Genoveva contrajo dengue. Pero superó los fuertes estragos y desde entonces ha estado aislada del exterior, bajo medidas estrictas de bioseguridad.
“No ha sido difícil, porque a ella no le gusta salir tanto -cuenta su hija-. Dios nos ha protegido. Yo también soy un poco mayor, mi esposo es diabético y no nos hemos enfermado. Seguimos cuidándonos”.
En la zona 8, que abarca los cantones Guayaquil, Durán y Samborondón, acoge a unos 250 000 mayores de 65 años de edad. La meta del actual Régimen es inmunizarlos en su totalidad, hasta el 24 de mayo.
77 642 personas han sido vacunadas en esta zona, hasta el pasado viernes. De ellas, 32 433 completaron el esquema de dos dosis.
Casi a finales de marzo, cuando arrancó la vacunación en el Centro de Admisiones de la Espol, en el noroeste de Guayaquil, Nérida Cortez recibió la primera vacuna. “Me siento igual que cuando llegué. ¡Feliz, en todo caso!”, dijo tras el pinchazo. La mujer de 104 años llegó en una silla de ruedas, guiada por su hijo Luis Chica.
En cambio, doña Resfa Arias Ibarra cumplió 105 años el pasado 18 de enero. Su hija Zoila Priscila la inscribió en el portal del Plan Vacunarse y hace una semana fue convocada al punto instalado en el hospital de Solca.
Ese día llegó con vestido de tono melón, el cabello recogido y juntó sus manos como una plegaria cuando recibió la inyección. Muchos en el lugar le pidieron una fotografía.
Su conmovedora historia se hizo popular en las redes sociales, tras un video divulgado por el Cabildo de Guayaquil. Incluso familiares del exterior han llamado a felicitarla.
“Ha sido una excelente madre -dice Zoila-. Cuando íbamos a la escuela, ella ya nos había enseñado las vocales, a sumar y a restar. Siempre trató de darnos lo mejor, aunque de niños no entendíamos cuando, por ejemplo, nos daba leche con ajo para la gripe”.
Esa alimentación de antaño le ha permitido seguir disfrutando del amor de su familia. Y los cuidados extremos la han protegido del coronavirus en los últimos meses.
Doña Resfa nació en 1916, dos años antes de la devastadora pandemia de la gripe española. Es oriunda de Vinces, cantón de la provincia de Los Ríos. Fue criada en Guayaquil, donde se enamoró de Gustavo Edmundo Vera Bermúdez. El matrimonio tuvo cinco hijos: Gustavo, Eduardo, Humberto, Resfa y Zoila.
En la decisión de vacunarla pesaron más los beneficios que las dudas que tenían. “No hay que tener miedo -afirma Zoila-. Es necesario que lleven a sus ancianos porque la pandemia continúa y la vacuna puede evitar casos graves o de muerte”.
Cuenta que luego de ver las aglomeraciones en los puntos de vacunación en Quito, y a los adultos mayores bajo la lluvia durante horas, se llenó de temor de sacar a su madre de la casa. Pero ahora agradece la atención que recibió en uno de los vacunatorios instalados por el Municipio.
Cada punto de inmunización tiene 50 cubículos para atender a los adultos mayores y acompañamiento.