Redacción Quito
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En un metro cuadrado de piso, en el Centro Histórico, se pegan hasta 36 chicles. Cada piedra tiene entre tres y seis manchas blancas y negras causadas por las gomas de mascar. Estas son arrojadas en veredas y pasajes peatonales.
Mario Guerra, agente vendedor de libros, caminó el viernes pasado, por la calzada de la calle peatonal Chile, en el tramo comprendido entre la Venezuela y Guayaquil (centro).
Una Ordenanza
La Comisaría de Aseo puede sancionar a un ciudadano con el literal g, de la Ordenanza 213. La normativa permite cobrar USD 20 por ensuciar las calles.
Una empresa privada, productora de chicles, prepara una campaña denominada ‘No te pegues’. El propósito es invitar a los jóvenes a no botar chicles.
En el zapato negro de Guerra se pegó un chicle. Él levantó su pie derecho y trató de limpiar la goma que se calentó con el sol. “Es molestoso que no se tenga cuidado con este tipo de cosas en la ciudad. Es la imagen del centro y la falta de cultura de la gente afecta la imagen de la ciudad”.
Según el Fondo de Salvamento (Fonsal), solo en el pasaje Arzobispal existe 3 488 piedras históricas en el piso, en la mayoría hay manchas de chicle. Sin embargo, el problema se nota en todos los sitios donde hay acceso peatonal.
Los lugares más afectados son los pasos peatonales de las calles Chile, Sucre y las plazas de San Francisco, Santo Domingo, la Plaza Grande y la Plaza del Teatro. Además, en varias escalinatas.
Las marcas de la goma de mascar pegada en el piso no se borran a pesar que el año pasado se realizó una limpieza. El Municipio gastó USD 180 000 en las tareas de desprender los chicles del piso. La empresa Rosing Cleaning intervino en la primera fase de limpieza que cubrió 26 000 ².
John Rosin, representante de la firma, explicó que las tareas se realizaron con máquinas especiales. En las labores que hizo Rosin Cleaning calcularon que en el pasaje Arzobispal había hasta 100 chicles por metro cuadrado.
Rosin detalló que la tecnología es especial para cuidar las piedras. “Se realizó con máquinas que botan un vapor seco. Esto se trabaja con un químico que desarma a la molécula de elasticidad del chicle y la disuelve”.
La limpieza se realizó en las plazas de San Marcos, San Blas, Santo Domingo, el Carmen Bajo, el atrio de San Agustín, entre otros. Javier Ledesma, jubilado quien descansa con frecuencia en la Plaza Grande, denunció que todos los días los transeúntes escupen en el piso, botan basura o pegan los chicles en las bancas.
Esto a pesar del control que realizan los guías ciudadanos de la Policía Metropolitana. Los vigilantes que llevan a cabo tareas preventivas amonestaron verbalmente a 20 822 personas para que no arrojaran basura ni escupieran chicles durante 2009.
Ante este problema, el Fonsal y la Administración Centro iniciaron, en diciembre pasado, una campaña preventiva que es parte de un proyecto de recuperación de la imagen de todo el centro.
Alioska Guayasamín, administradora zonal, dijo que dentro de este plan ya se mantuvo reuniones con dos empresas privadas productoras de chicles. “El propósito es hacer una campaña de concienciación entre los consumidores. Difundir mensajes hasta en las cajas de los chicles para que sean arrojados en los tachos”.
En el proyecto de mejorar la imagen, el Municipio espera gestionar la compra de las máquinas para efectuar la limpieza de los chicles del piso. Cada máquina está valorada en USD 60 000.