Uribe cierra la puerta al canje humanitario

Santiago Zeas. Desde Bogotá

Los familiares de los 21 militares y policías secuestrados por las FARC confirmaron sus peores temores: el Gobierno colombiano está renuente a negociar un acuerdo humanitario con la guerrilla, que dé paso al intercambio entre los rehenes e insurgentes presos.

Al contrario, otra vez, el Primer Mandatario señaló que el rescate militar es una de las opciones válidas para liberar a los miembros de la Fuerza Pública que aún están plagiados. El anuncio lo formuló ayer el presidente Álvaro Uribe, una semana después de que la guerrilla liberase a los soldados Josué Daniel Calvo y Pablo Emilio Moncayo como un gesto para iniciar un proceso de diálogo para el canje de prisioneros.

Uribe escogió como escenario de su anuncio la ceremonia fúnebre del  teniente coronel Julián Guevara, quien murió en cautiverio en 2006 y cuyos restos mortales también fueron entregados por las FARC la semana anterior.

“No se puede igualar al policía o el soldado secuestrado con el terrorista encarcelado”, fueron las palabras que Uribe empleó para prácticamente sepultar un eventual canje con las FARC.

El Presidente colombiano agregó que su país no puede “abandonar” la firmeza para “derrotar” a la insurgencia, al referirse a su política de seguridad democrática. Desde su óptica, si su administración cede ante las presiones de las FARC para un intercambio que permita la liberación de sus integrantes, lo único que se lograría es incentivar los plagios a futuro.

Incluso, antes de la ceremonia a Guevara, en una entrevista radial, dijo que él erró cuando en 2007 accedió a liberar a Rodrigo Granda, conocido como el ‘Canciller de las FARC’, como un gesto para dar paso a la liberación de la ex presidencial Íngrid Betancourt. “Liberamos a Granda y ¿qué hubo? Nada ¿Qué resultado obtuvimos? A nadie liberaron. Simplemente él se reintegró a las actividades criminales”.

De esta forma, Uribe prácticamente cerró la posibilidad de un canje humanitario, que  es la única esperanza que  queda a los familiares de los plagiados. Entre otras razones, porque un rescate militar supone un riesgo para la vida de los uniformados.

A esto se suma que en la práctica, hay poca presión de la opinión pública nacional y extranjera para dar paso a un canje, ya que entre los prisioneros no hay figuras como Íngrid Betancourt o el propio Moncayo, quien salió del anonimato por las caminatas de su padre. “Lo cual hace temer a los familiares de los hoy todavía secuestrados que el tema deje de ser taquillero y condene a sus hijos a un cautiverio aún más prolongado en el tiempo”, señala la revista Semana en su reportaje central de su última edición, dedicada al análisis de las reales opciones de un canje humanitario.

Ante este escenario, la senadora liberal Piedad Córdoba intentará esta semana poner en la agenda europea la necesidad de no “olvidar” a los secuestrados.

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