La Universidad Regional Amazónica -Ikiam– es una aspiración actual del Gobierno. Por esa razón, el Ministerio de Coordinación de Conocimiento y Talento Humano (Mccth), convocó a un concurso de anteproyectos para el diseño de la Ikiam, matriz Tena.
La organización del certamen estuvo a cargo del Colegio de Arquitectos del Ecuador, núcleo Pichincha (CAE-P).
Se presentaron 33 participantes de los cuales calificaron 29. Luego de un proceso de selección, explica Handel Guayasamín, presidente del CAE-P, se seleccionaron tres finalistas.
El jurado que hizo la selección estuvo conformado por los arquitectos: Guido Díaz, por parte del Mccth; Roberto Moscoso, Fernando Calle y los asesores Silvia de Schiller, de Argentina, y Martin Evans de Inglaterra, del CAE-P.
Los proyectos seleccionados son de: Tommy Schwarzkopf, Juan Carlos Villagómez y Santiago del Hierro. Esta semana, Construir reseña el primer proyecto; las siguientes registrará los otros dos.
El proyecto de Schwarzkopf tuvo como colaboradores a los arquitectos Christian Wiese y Mariana Valdivieso.
Es una propuesta implantada de 36 268,36 m² en un terreno de 2 515 021,98 m². Tiene 40 000 m² de programa universitario y 150 aulas, entre las dedicadas a las facultades y a los diferentes laboratorios.
El programa tiene un módulo administrativo con una plaza de bienvenida, y es el más cercano al ingreso. A partir de este elemento estructural se distribuyen otros siete módulos que conforman: la biblioteca, las facultades, los laboratorios y las residencias docentes.
Christian Wiese apunta que este proyecto busca recrear la morfología del entorno y encuentra su emplazamiento en las pausas de la vegetación existente. “Para los estudiantes y visitantes será un descubrimiento exterior mediante un paseo que desemboca en diferentes puntos. Por eso hay puentes que cambian de dirección, de manera orgánica, evocando la estructura arbórea”.
La implantación pretende reducir al máximo la huella de las edificaciones en el terreno. Eso se logra elevándolas del suelo, lo que permite mantener intactas la flora y la fauna que pasarán por debajo a través de los pilares y pórticos que se desprenden de la vegetación y complementan el paisaje. Los vínculos entre los bloques siguen esa premisa.
El proyecto cuenta con los estándares ecológicos Pro Eco Living y se encuentra diseñado para cumplir con la aspiración de la calificación LEED Oro y será un ejemplo de sostenibilidad en la región.