El barrio El Dorado es una de las zonas en donde más frecuentan los estudiantes. Foto: Fabián Maisanche / EL COMERCIO
La economía de Pastaza, también reconocida como Puyo, dio un giro positivo tras la presencia de 4 237 estudiantes que acuden a la Universidad Estatal Amazónica. La gran afluencia de alumnos incide en el desarrollo del comercio y el sector inmobiliario de la ciudad.
Técnicos del departamento de Planificación del Municipio de Pastaza cuentan que los estudiantes arriendan cuartos y departamentos en los barrios y ciudadelas el Pambay, El Chofer y Obrero, cercanos al centro de educación superior.
En estas zonas también se adaptaron algunas casas para ese fin o se construyeron edificaciones para montar tiendas, restaurantes, centros de cómputo, librerías, bazares y otros.
“Hay un gran dinamismo comercial en esta zona que ya es considerada universitaria. El turismo es otro de los componentes que se reactivó con la presencia de los chicos”, asegura Margarita Caicedo, directora de Planificación del Municipio.
Muchos universitarios optan por caminar hacia sus hogares, al final de las jornadas. Foto: Fabián Maisanche / EL COMERCIO
La Universidad Estatal Amazónica fue fundada en el 2002 y hasta el 2011 mantenía un promedio de entre 200 y 300 alumnos. Los cambios en el sistema de educación superior permitieron, desde el 2010, que arriben a Pastaza alumnos de las 24 provincias. La mayoría de jóvenes llega de Orellana, Guayas, Zamora Chinchipe, Pichincha, Chimborazo y Tungurahua. Incluso hay provenientes de Perú y Colombia.
Muchos de los estudiantes afirman que ya se han adaptado a la ubicación geográfica de la universidad, los bajos costos para alimentación y otros gastos y hasta a los constantes cambios climáticos de Pastaza. Otro de los atractivos son las carreras universitarias que se ofertan y están destinadas a fomentar el turismo y el cuidado del medioambiente.
Para Johan Balcázar, estudiante de la carrera de ingeniería agropecuaria, el acoplarse a una nueva morada no fue un problema. Él es de Orellana y cuenta que allá llueve menos que en Pastaza. El joven, de 19 años, viaja unas tres horas todos los fines de semana, para ir a su provincia natal. Una de las razones por las que decidió desplazarse hasta allá es para estar cerca de su familia.
“La carrera que estudio me permitirá mejorar los sembríos de cacao y palma que tiene mi padre en Orellana, porque ya no vamos a depender del petróleo en el futuro”.
Él requiere cerca de USD 140 cada mes para subsistir. El dinero lo invierte en comida, arriendo, útiles escolares, pasajes y gastos varios.
Para ahorrar algunas monedas camina 20 minutos desde el centro universitario hasta su cuarto en el barrio El Dorado. Por el arriendo de una pequeña habitación con baño privado cancela USD 90, donde incluye el servicio de Internet.
La alta afluencia de estudiantes universitarios en Pastaza impulsó al sector inmobiliario. Entre el 2016 y el 2018, en los alrededores de los predios universitarios y de la avenida Las Américas se construyeron edificaciones de dos y tres pisos.
Algunos vecinos adaptaron cuartos de edificios y casas para rentar a los chicos. Los departamentos pequeños y habitaciones cuestan desde USD 80. “Hay de todo precio y de acuerdo con la comodidad que deseen los padres para sus hijos”, comentó Cecilia Jurado, propietaria de dos inmuebles.
Ella aloja a 12 universitarios de diferentes partes del país. La mujer, de 50 años, dice que fue una de las primeras vecinas del barrio Pambay en dar alojamiento a los estudiantes.
Su casa de dos pisos está rodeada de una espesa vegetación. Ahí se alojan cinco jóvenes provenientes de Ambato, Guayaquil, Ibarra y Esmeraldas. “Logré hacerme un préstamo para construir una nueva vivienda y que puedan vivir los chicos. El costo de la habitación o del departamento depende de la amplitud que ellos quieran”, dice Jurado.
Incluso el Cabildo amazónico aceptó en enero que dos cooperativas de buses urbanos extiendan sus recorridos hasta el ingreso de la universidad. Las unidades de transporte recorren desde el sur, oriente y norte de la urbe.
Para Maribel Parra, vecina del barrio Obrero, la llegada de los estudiantes hizo que cambiara hasta la fisonomía del sector. Junto a sus hijos lograron abrir un restaurante donde ofertan almuerzos de USD 2 y 2,50. A pocos metros se abrieron otros comedores y asaderos con precios similares.