Delcy Rodríguez, Ricardo Patiño, María Ángela Holguín y Rodolfo Nin Novoa, en la sede de la Cancillería ecuatoriana. Foto: Patricio Terán / El Comercio
No fue la primera ocasión en la que las cancilleres de Colombia, María Ángela Holguín, y su par venezolana, Delcy Rodríguez, tuvieron un encuentro cara a cara. Con el propósito de hallar una solución a la crisis que se vive en la frontera colombo-venezolana, dialogaron el 23 y el 26 de agosto, esta última vez en Cartagena (Colombia). Y ayer (12 de septiembre) lo hicieron en el Palacio de Najas, en Quito, durante cuatro horas.
Las gestiones diplomáticas, por ahora, no han dado resultados prácticos, pues la frontera continúa cerrada y el cruce de declaraciones entre los mandatarios de ambos países subió de tono. A esto se suma que las dos diplomáticas encararon una campaña internacional para sentar sus posiciones. Venezuela insiste en que cerró el paso fronterizo para precautelar la seguridad ante la presencia de paramilitares y el contrabando; Colombia asegura que esa medida no soluciona el problema y que se produjo una violación de los DD.HH.
Ayer, la reunión diplomática tampoco derivó en acuerdos concretos. En una rueda de prensa, en la cual Holguín y Rodríguez no dieron declaraciones, el canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, comunicó los resultados. Se limitó a decir que las ministras de Relaciones Exteriores de Venezuela y de Colombia llevaron a cabo “una importante reunión en Quito para temas sensibles de su relación bilateral, y habiendo avanzado satisfactoriamente lo llevarán a consulta de los presidentes para planificar una próxima reunión presidencial”. No se permitieron la preguntas de la prensa y tampoco se ofrecieron detalles sobre los próximos encuentros.
Venimos a plantear la verdad sobre la frontera entre Colombia y Venezuela y esperamos que se generen las mejores condiciones para la reunión de los presidentes. Tenemos excelente compañía y venimos con el mejor de los espíritus, un espíritu bolivariano de nuestro padre libertador”, dijo Rodríguez a su ingreso a la Cancillería. Llegó con 38 minutos de retraso a la cita concertada para las 15:00, en la cual también intervino el canciller de Uruguay, Rodolfo Nin Novoa. Holguín, a las 15:27, fue más discreta y se limitó a decir a las cámaras que tiene “el mejor de los ánimos”.
Entre los periodistas colombianos existía especial interés por conocer si al final de la reunión también se concreta un encuentro entre los presidentes Rafael Correa y Juan Manuel Santos, para tratar el tema de los desequilibrios comerciales en la frontera causados por la depreciación del peso y los aranceles a los productos que los ecuatorianos traen desde Ipiales y Pasto.
El Presidente colombiano había dicho que buscará una reunión con su homólogo ecuatoriano, para tratar los desequilibrios comerciales en la frontera común, causados por la depreciación del peso.
Santos había instruido a Holguín para que le transmitiera esa idea a Patiño. “Le he dado instrucciones a la Canciller, que le diga al presidente Correa que nos sentemos, como nos hemos sentado tantas veces, y resolvamos esos problemas”.
En tanto, el rol de la diplomacia ecuatoriana es bien calificado puertas adentro. El excanciller Francisco Carrión encontró ‘altamente positivo’ que Ecuador asumiese el liderazgo para aproximar a las partes y resolver el problema.
No obstante, advirtió que Rafael Correa, como presidente Pro Témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac), debería asumir esa función mediadora. “Con Colombia hemos retomado unas relaciones normales y hasta cordiales y con Venezuela, la revolución ciudadana tiene una relación ideológica privilegiada”, al ser de la Alba.
El exembajador Luis Narváez, por su lado, coincidió en que la Celac es el organismo idóneo para solucionar el conflicto, más aún cuando el Presidente colombiano rechazó, a inicios de mes, la intermediación de la Unasur.
El rol del ‘buen componedor’ es el que debería tener Ecuador, según Narváez. Este, asimismo, señaló que una de las propuestas que se puede manejar es la posible firma de un acuerdo de amistad y cooperación vecinal para tratar de establecer una política común en el manejo de las zonas fronterizas.