Al turista se le hace más fácil caminar o recorrer una ciudad o destino si cuenta con una buena señalización por sus calles o carreteras y un mapa que permita guiarse oportunamente.
Este aspecto pareciera de poca importancia, pero en realidad no es así. Resulta que con una buena información evitamos perder tiempo en el viaje y también podemos ahorrar dinero (a veces se gasta en vano en boletos de transporte equivocados).
Como ejemplo, Berlín es una de las ciudades más señalizadas, detalle a detalle, por lo que es imposible perderse en esa enorme metrópoli. Es tan fácil y -hasta da gusto- moverse por esas grandes avenidas y calles intermedias sin temor a equivocarse o quedarse a mitad de camino. Allá todo tiene nombre y en cada esquina aparecen los rótulos que hacen posible llegar -sin ninguna duda- a cualquier lado. Sea a pie, en bus, metro o tren.
No es igual en Venecia, donde el turista se pierde literalmente por la falta de una buena señalización en sus laberínticos canales, puentes y angostas calles. Hasta el viajero con el mejor sentido de ubicación puede fácilmente perder la orientación, para llegar a cualquier lugar, incluso al hotel.
Más o menos eso pasa con los destinos ecuatorianos, que cuentan con poca señalización turística. La poca que hay es deficiente (le falta información o los rótulos son diminutos), y en muchos lugares es casi nula. De mapas, es mejor no hablar, porque también son inexistentes o carecen de una información completa. En las carreteras es donde menos señalización encontramos, como en las rutas hacia la Amazonía.
Recién en el año 2013, el Ministerio de Turismo empezó a ejecutar un plan de señalización, el cual ha avanzado en algunos destinos y carreteras. En esta tarea también están los ministerios del Ambiente y de Transporte, los municipios y las prefecturas.
La señalización es un servicio más para el turista, para quien será placentero volver a ese destino. A la postre significa el fomento del turismo en el Ecuador.