Redacción Ibarra
Los centros de rehabilitación social de Tulcán e Ibarra se levantan en zonas habitadas, comercialmente activas y con un tráfico vehicular intenso.
En Ibarra, la cárcel funciona en el barrio Tahuando, en la calle Juan de Salinas, entre Grijalva y Borrero. Una zona tranquila con casas coloniales de una sola planta y largas paredes blancas.
Cuatro cuadras a la redonda se abrieron escuelas, bares, tiendas, cabinas telefónicas y restaurantes. Los vecinos no se ponen de acuerdo sobre si la cárcel les beneficia o les perjudica. Rafael Troya, presidente barrial, considera que este centro obliga a la Policía a permanecer las 24 horas en la zona.
En Tulcán, la situación de los vecinos de La Y, donde se halla la cárcel, no es diferente. Ellos cuentan que les molestan las vallas que coloca la Policía, para interrumpir el paso de vehículos. Además, les fastidia la presencia de extraños en la zona.
Aunque saben que también tienen ventajas al tener cerca al centro. Por ejemplo, contar con vigilancia constante y el movimiento de gente, lo que les permite abrir negocios.