“Cuando habla del muro habla de todos los que están de México para abajo, todos los que vienen al sur”: Michel Leví, Coordinador del Centro Andino de Estudios Internacionales. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO
Entrevista a Michel Leví, coordinador del Centro Andino de Estudios Internacionales.
El anuncio del retiro del Tratado Transpacífico de Cooperación Económica (TPP); la firma del decreto para construir un muro antiinmigración en la frontera con México, que será pagado en un 100% por el país latino; la suspensión del programa de recepción de refugiados figuran entre las decisiones del presidente de EE.UU., Donald Trump, en sus primeros ocho días de gestión.
¿Un país puede ser autosuficiente, no necesitar ayuda externa, cercarse? ¿Es posible la autoarquía de una potencia en un mundo globalizado?
Trump no plantea ser autárquico, para nada. Podría cerrarse y gestionar con lo que tiene, quedarse congelado, pero no. Lo que plantea es que su país retome la capacidad de gestión que tenía hace 30 o 40 años; cuando el ‘made in USA’ era una marca. Trump busca negociar con los otros.
Con la suspensión de un convenio en el Pacífico, con un muro, ¿cómo buscaría una negociación?
Cuando habla del muro habla de todos los que están de México para abajo, México es el caso visible, pero el muro es para todos los que vienen del sur.
Con el muro y el tema de repatriar las empresas que producen en México a los EE.UU. crea un esquema psicológico, que es a lo que él está acostumbrado y crea un escenario de negociación. Cuando habla de repatriar la Ford, la General Motors, y de gravar con impuesto por no crear empleos en EE.UU., lo que hace es crear una condición de negociación con algo muy simbólico para los estadounidenses, que son los carros.
Obviamente, con repatriar las fábricas de carros no va a cubrir el empleo, pero manda un mensaje también a otros sectores.
¿Nuevas reglas del juego ?
Sí. No veo un nivel de desquiciamiento; veo un interés por negociar bajo la teoría realista de las relaciones internacionales que vivimos en los años 80 del siglo XX.
¿Allí se enmarca la ruptura del sistema multilateral de acuerdos comerciales?
Claro. La idea es ya no tener que negociar con varios, sino crear condiciones para negociar cara a cara, bilateralmente, directamente, usted y yo. Yo estoy en mejor posición y eso me permite plantearle condiciones, si al final tenemos que negociar. Qué más realista que eso.
Es la idea de Trump cuando habla de una ‘América grande otra vez’; lo que busca es recrear ese imaginario que se había diluido en una estructura norteamericana que pertenecía a un contexto global, cooperativo, en el cual la gobernanza global no correspondía a un solo actor o a dos actores, sino en la cual todos interactuaban.
¿Un retroceso?
Claro. Vamos hacia atrás. Es un ‘déjà vu’. Ya en los años 80 había ese interés de Estados Unidos de ir a cada país para plantarse y ponerle sus reglas. Probablemente en esta época sea más difícil hacer eso, pero es una forma de salir del multilateralismo y decir no, aquí nosotros somos un imperio, que estos años hayamos estado durmiendo es una cosa, pero somos imperio, podemos imponer condiciones todavía, tenemos la cuarta, la quinta, la sexta flota.
¿Hasta dónde puede llegar ese esquema de negociación con China?
Con China se juega diferente; se juega de potencia a potencia. Trump todavía no ha dado la señal de decirle ‘somos más potencia’. China se ha convertido en un ‘soft power’ impresionante. Por ejemplo, Suiza es un ‘soft power’, cuando usted ve la cruz blanca y el fondo rojo lo asocia directamente con calidad, riqueza, buen vivir. Cuando ve China usted no piensa en armas, piensa en infraestructura, inversiones, empresas, poder económico; esa es la imagen de China, no la de millones de soldados que van a asaltar.
Entonces, ¿China podría ganar más terreno?
China ya ha ganado terreno en el mundo; el punto para Trump es frenar ese espacio. China ha generado muchos aliados que le deben mucha plata y muchos favores. En ese esquema, como ‘soft power’, ¿qué va a hacer EE.UU.? China ya tiene jugadas sus cartas y no las va a cambiar. China siempre jugó al bilateralismo, nunca al esquema regional.
¿Un mundo polarizado?
Existe el riesgo de un mundo mucho más dividido, porque no solo están China y EE.UU., está Rusia, que es una megapotencia; está Turquía, que es una potencia que cuando salga a la luz vamos a decir ‘y dónde estuvieron guardados’; ese antiguo imperio otomano tiene una lógica, tiene una visión imperial. La Unión Europea, en cambio, está quedada, justamente porque ellos tienen una lógica cooperativista.
Con el Brexit, ¿el Reino Unido marca distancia?
El Reino Unido entró a la Comunidad Europea en 1973 y el primer referendo que hizo fue en 1975; dos años después de haber entrado ya estaban pensando en si se quedaban o no. El Brexit no es una casualidad, es una salida de un antiguo imperio que no se sentía cómodo en esta lógica. A Turquía tampoco le interesa la Unión Europea y Turquía tiene visión imperial. Rusia también fue un imperio. China también ha sido otro imperio.
Y, ¿a qué mundo podríamos enfrentarnos si estamos frente a un resurgimiento de imperios?
Estamos volviendo a un mundo dividido, tal vez en el que cada quien quiera ponerle la mano al otro o quiera asociarse por intereses, por ventajas o beneficios comunes.
¿El objetivo de Trump, entonces, es lograr que EE.UU. genere más riqueza para sí mismo?
Sí. Más riqueza y por tanto más poder en el mundo.
Michel Leví
Coordinador del Centro Andino de Estudios Internacionales
Su trayectoria.
Michel Leví Coral es doctor en Jurisprudencia de la PUCE, máster en Derecho Internacional de la U. Católica de Lovaina. Profesor de la U. Andina; autor de libros como ‘Ecuador-UE: Lógicas de una negociación inconclusa’.
Su punto de vista.
Trump volverá al bilateralismo para reivindicar el poder de EE.UU., diluido en la relación multilateral. Pero existe el riesgo de un mundo mucho más dividido, con potencias como China, Rusia y Turquía, también imperios.