Redacción Quito
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La voz grave de Segundo Quintero retumbó en las boleterías de la terminal de Quitumbe, en el sur.
A las 00:00 de ayer, el guardia de seguridad daba las instrucciones sobre el nuevo servicio nocturno del Trolebús a 19 pasajeros. “El trole partirá en media hora. Tengan en cuenta que solo atenderá 10 paradas y la conexión con la terminal de Carcelén”, repitió tres veces Quintero.
5 000 usuarios
Según Carlos Poveda, gerente del Trolebús, ayer se movilizaron 5 000 personas en el horario nocturno.
45 personas trabajaron en el nuevo circuito. La gerencia señaló que mejorarán la seguridad en los andenes.
En el recorrido no se observó a personal de la Policía Nacional, pero el gerente del trole, Carlos Poveda, señaló que sí hubo oficiales vestidos de civil.
La vía del trole se invade. Los conductores no respetan la exclusividad de la calzada.
La noticia sorprendió a Rosa Conterón. Ella llegó desde Riobamba y estaba dispuesta a tomar un taxi hasta Calderón. Pero al escuchar que podría viajar hasta la terminal de La Y por USD 0,50, no lo dudó. Tomó su maleta y avisó a su esposo sobre el nuevo servicio.
La familia hizo fila en la boletería. Unos 20 minutos más tarde llegó la unidad 110 a la zona de embarque. Eduardo Velasco conducía el articulado y fue él quien cobró los pasajes.
Quintero continuaba dando instrucciones, mientras el chofer daba vueltos y entregaba los boletos a los 19 pasajeros. Conterón temblaba por el viento frío y la baja temperatura de 10°.
El articulado 110 partió a las 00:34, desde Quitumbe. Velasco informó a los pasajeros que el circuito demoraría entre 40 y 45 minutos y enumeró las paradas que haría (ver infografia).
María Boui comentaba con Rodrigo Ortiz lo acertado que le parecía el sistema de transporte. Ella es chilena y ha viajado en bus durante cuatro días desde su país. Ella debe llegar a Venezuela a la boda de su hijo. “Este servicio no hay en todas las ciudades. Parece conveniente y seguro”.
Ortiz es ecuatoriano y acompañó a la chilena durante su travesía. Él también se sorprendió del nuevo circuito. “Este bus llega hasta El Recreo que está a dos cuadras de mi casa”.
En esa parada hubo un primer incidente. César Guzmán presenció un robo dentro de la terminal de buses. “Un hombre asaltó a un joven y ninguno de los empleados del trole hizo nada”, se quejó el pasajero.
A las 01:07, el articulado llegó hasta El Ejido. Allí hubo 10 pasajeros. Algunos salían de un concierto de música cristiana que se realizó en el coliseo Rumiñahui.
Velasco tuvo problemas para cobrar los pasajes y conducir al mismo tiempo. El ingreso de pasajeros se realizaba únicamente por la primera puerta. Dos usuarios no querían pagar la tarifa de USD 0,50.
Diego Castro y Verónica Toapanta acudieron al concierto y debían llegar hasta la Rumiñahui, en el norte. La pareja se abrazaba dentro del bus para protegerse de la fría temperatura, que se mantuvo en los 10°.
El chofer se abrió paso por la vía exclusiva a 45 km/h. Algunos transeúntes que circulaban por las desoladas aceras miraban con curiosidad el trolebús y en seguida chequeaban sus relojes. A las 01:20, la unidad 110 llegó hasta la terminal de La Y, en el norte, con 80 pasajeros.
A esa hora, los andenes de embarque de la terminal del norte estaban repletos. Cientos de personas, que salían de otro concierto que se efectuó en la Plaza de Toros, aprovecharon el circuito para trasladarse a sus hogares.
127 usuarios se embarcaron en el articulado que partía hacia el sur de la ciudad, a las 01:27. Los gritos eufóricos de los noctámbulos y los empujones de algunos usuarios dificultaron el cobro del pasaje.
Gustavo Salas, fiscalizador del Trolebús, realizaba el conteo de pasajeros. Él afirmó que debido a la demanda de usuarios, se estaban despachando unidades cada 30 minutos y no cada hora, como estaba previsto.
En la fila había algunos pasajeros que no lograban mantener el equilibrio por el estado etílico en el que se encontraban. Pero no fueron impedidos de ingresar a los buses, como anunciaron las autoridades.
Esto molestó a algunos usuarios que llegaron desde la terminal de Carcelén. Ellos llegaron hasta La Y, en un alimentador.
Un fuerte olor a alcohol se sintió dentro de la unidad 91, que partió desde el norte a las 01:37. Durante el trayecto, una de los pasajeros gritaba desde el último asiento porque una persona en estado etílico inició una riña. “Que alguien controle a estos sujetos”, gritaban desde el fondo de la unidad. No hubo presencia de la Policía en el recorrido.
La falta de un guardia dentro del bus impedía que se controlen estos desmanes. Esto generó un ambiente de inseguridad.
La misma molestia compartieron los usuarios de la unidad 61, que partió desde El Ejido hacia el sur, a las 02:07.
Carlos Duarte dijo que hace falta más vigilancia para evitar los robos fuera de los andenes. “Los guardias privados solo vigilan las paradas, pero los ladrones están acechándonos afuera”.
Cristina Gaybor fue otra de las usuarias del trolebús nocturno y señaló que es necesaria mayor seguridad. Ella tomó la unidad 91 a las 03:36, desde la estación de La Y. Tenía que llegar hasta La Internacional, en el sur.
La joven salió de una cena con familiares y se le hizo tarde. “Yo ya tenía reservados unos USD 8 para el taxi, pero ahora con el servicio solo pagaré USD 0,50”.
José Lora, conductor de esta unidad, también tuvo inconvenientes con algunas personas ebrias y otra que no querían pagar el pasaje. “Es un poco difícil cobrar y conducir al mismo tiempo. Algunas personas se ponen bravas y no quieren pagar”.
Lora llegó a Quitumbe, en el sur a las 04:21. Y se preparó para realizar la cuarta vuelta. Él concluyó su turno a las 06:00. Unos guantes, una gorra y una bufanda lo protegían del frío de la madrugada. A esa hora el termómetro marcaba 9°.