Tres sismos alteraron la posesión de Piñera

Santiago Estrella Garcés
Desde Valparaíso

No iba a ser una asunción normal de Sebastián Piñera Echenique como presidente de Chile. Aún con las banderas a media asta en todas las casas del país por el duelo nacional, la mayoría de los actos protocolares fue suspendida por el estado de desastre que se vive en  las regiones del centro sur.

Sin embargo, tres fuertes réplicas de 7,2, 6,9 y 6 grados Richter (11:40, 11:55 y 12:06, hora de Chile),  apuraron hasta la ceremonia oficial en Valparaíso.

Más aun cuando se alertó un posible tsunami en las regiones costeras, entre las que se encuentra, precisamente, esta ciudad, uno de sus puertos fundamentales y sede del Legislativo.

Los sismos cambiaron toda la agenda programada. El juramento de los 22 ministros (16 hombres y seis mujeres) se realizó colectivamente. El almuerzo con los mandatarios del extranjero, entre los que estaba Rafael Correa, fue suspendido para que el flamante Presidente chileno viajara a Rancagua, para verificar los daños que sostuvo, antes de partir,  “pueden ser muy significativos”.

Además, adelantó que no dudará en disponer de las tropas del Ejército para garantizar la seguridad y el orden, sobre todo porque los saqueos del 28 de febrero, al día siguiente del devastador terremoto de 8,8 grados, minaron la imagen que los chilenos tenían de sí mismos.

“Vamos a desplazar las fuerzas armadas que sean  necesarias para garantizar a partir de esta misma noche el orden público y la seguridad ciudadana en las zonas que se vieron más afectadas por este terremoto o réplica del terremoto”, añadió Piñera en los jardines de Cerro Castillo, la casa alterna de
La Moneda y residencia veraniega de los mandatarios. Horas más tarde, desestimó decretar el toque de queda en Rancagua.
Poco después de que Piñera abandonara la sede del Congreso, un funcionario recomendó “que tranquilamente se abandone el edificio por motivos de seguridad”. Y si bien hubo tranquilidad para evacuar, la tensión era visible en las más de 1 500 personas que se encontraban en el edificio.

Los mandatarios invitados miraban el movimiento de las lámparas que cuelgan del tumbado. Álvaro Uribe quería salir de la sala. “No, no es el momento para hablar”, dijo escuetamente el Príncipe de Asturias, manteniendo la serenidad que el protocolo real exige, aunque con rostro  pálido.

“Fue muy fuerte, muy fuerte. Me dicen que fue de 7,2 grados en la escala de Richter, eso es muy fuerte”, indicó Correa, quien se sostenía en sus muletas. Mientras que la presidenta argentina, Cristina Fernández, con preocupación y tristeza por los momentos, señaló que llegaría hasta la zona afectada para visitar los dos hospitales de campaña de su país.

Fueron momentos de pánico y apuro en las calles de Valparaíso, gentes buscando los cerros más altos luego de que el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA) declarara la alerta. Y aunque finalmente el mar no provocó ningún daño, los llantos de las personas señalaban que la naturaleza no cesa en disminuir el ánimo de los chilenos.

Poco antes, la saliente presidente Michelle Bachelet daba un emotivo discurso de despedida en una de las gradas del Palacio de La Moneda.  “Hace cuatro años ingresé por la puerta que estaba a sus espaldas y venía rodeada de niños pequeños que simbolizaban que conmigo entraban los ciudadanos a La Moneda. Ahora voy a salir por la puerta grande, voy a salir triste por el dolor de nuestra gente, pero también voy a salir con la frente en alto, satisfecha por lo que hemos logrado”.

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