Redacción Guayaquil
Once puntos. Ese era el grado de radiación UV que se registró a las 12:58 del pasado martes en Guayaquil. A un costado de la página web de la Agencia Espacial Civil Ecuatoriana (EXA) resaltaba un anuncio: ‘Evite salir, radiación extrema’.
En una plazoleta del centro de la ciudad, Verónica Ramírez se protege del sol con una carpeta. “Los rayos solares son demasiados fuertes. La piel comienza a arder. Por eso hay que protegerse”, comenta Ramírez.
En Ecuador y otros países situados en la Latitud 0, la radiación ultravioleta puede superar los 14 puntos, considerado como límite máximo de tolerancia humana, según la Organización Mundial de Salud (OMS).
Ese exceso de sol es la principal causa del cáncer de piel o melanoma maligno, una enfermedad que afecta a 27,3 personas por cada 1 000 habitantes.
El melanoma es una alteración de las células encargadas de la pigmentación de la piel, conocidas como melanocitos. Estas pueden sufrir cambios, debido a factores genéticos o ambientales, y empiezan a multiplicarse.
“Se manifiesta con lesiones irregulares y tienen un color más oscuro al de la piel normal. Es cuando se producen tumoraciones, muy parecidas a los lunares”, detalla el especialista José Ollague, presidente de la Federación Ecuatoriana de Dermatología. Este gremio organizó en días atrás un Congreso Dermatológico para tratar el tema.
Para identificar si se trata de una tumoración maligna o no, el doctor Ollague explica que se debe aplicar el llamado ABC.
A es igual a asimetría. Las lesiones benignas presentan una forma definida, son redondos y de superficie lisa. Las malignas tienen formas irregulares.
B se relaciona con los bordes. Un lunar común habitualmente es bien delimitado. En las lesiones malignas tienen orillas no formadas que simulan costas.
La C equivale al color. Las benignas son de un solo tono, en tanto que las lesiones malignas tienen varias coloraciones que van desde el blanco, pasando por tonos de gris, azul, marrón, café e incluso distintos tonos dentro de la misma lesión.
A esto se suma el diámetro. Si una lesión es superior a seis milímetros se recomienda buscar ayuda médica para obtener un diagnóstico oportuno, a través de una biopsia. Otra característica del melanoma es que presentan ulceraciones y forman una costra, puede sangrar o infectarse.
Si es superficial puede extirparse con un procedimiento quirúrgico. El riesgo aumenta cuando las células malignas invaden la dermis y pasan a los vasos sanguíneos, puesto que pueden migrar y provocar metástasis en los ganglios, afectar a los pulmones y hasta al cerebro.
En el hospital de Solca de Guayaquil, hay un promedio anual de 20 casos de melanoma. Según el Registro de Tumores de Solca, entre 1997 y 2001 se registraron 219 casos. Las mujeres son las más propensas.
El doctor Carlos Arreaga, del departamento de Tumores y Estadísticas, explica que este tumor maligno se comporta de una manera diferente que un cáncer de piel y es más agresivo. “El melanoma afecta a las mucosas, es decir, puede afectar a la mucosa bucal, gástrica o intestinal. Incluso existen casos que pueden afectar la conjuntiva ocular”, señala el especialista.
El dermatólogo Saúl Suster explica que por los métodos modernos de diagnóstico la enfermedad se detecta en grados prematuros, que pueden mejorar.
Las recomendaciones para cuidar su piel
El uso del protector solar es imprescindible. La aplicación debe ser anterior a la exposición (alrededor de 30 minutos antes) y renovar la aplicación cada 2 horas.
Tratar de usar protectores solares en las áreas expuestas, usar gorras, gafas.
Se debe utilizar la ropa correcta, fresca pero que cubra la mayor parte del cuerpo. Se recomiendan colores que reflejen la luz, que no la absorban.
Un niño que sufre quemaduras de sol tiene cuatro o cinco probabilidades de desarrollar melanoma.
El melanoma no se disemina de acuerdo a la lógica anatómica de la distribución del sistema ganglionar.
El melanoma plantar (pie), por ejemplo, puede diseminarse de la región cervical al cuello, saltándose a los ganglios de la pierna y la pelvis. Por lo tanto, el diagnóstico debe ser oportuno.
Acuda a un dermatólogo especializado cuando presente lunares de más de seis milímetros, con bordes irregulares, asimétricos y que cambian de color.
Las personas de piel blanca son más vulnerables.